-“¿Quieres decir que Dios hace “tonterías”?”
–Puede preguntar alguien- No, Dios lo
que hizo fue crear al hombre. “Pero el hombre hace tonterías”. Claro, porque
Dios comprendió que es preferible que el hombre haga tonterías a imponerle una
conducta. “¿Como por ejemplo comerciar con la propia idea de Dios?” –podéis
preguntar. Por ejemplo, ¿o acaso Dios iba a salvarse de las consecuencias de su
propia creación? Él creó la vida, lo más
serio del Universo, pero vivir, esa tontería, ese milagro, depende de nosotros.
Vive y deja vivir, vino a decirnos Dios, pero el mal se encarga de ponernos las
cosas difíciles porque va con nosotros. Vivir puede engrandecer la vida o
falsearla, vivir de verdad, entregarse a la ilusión de que cualquier sueño es
posible si tenemos fe en conseguirlo es enaltecer la vida. Hay un pasaje
bíblico (Marcos 5,21-43) conmovedor que narra como desde la fe, admitiendo la
propia humildad, uno puede salvarse del mal. Se trata de una mujer enferma que
está segura de que si logra tocar el manto de Jesús sanará. Así ocurre, logra
tocarlo y sana, pero Jesús –y esto es lo extraordinario- rodeado de una
multitud le pregunta a sus apóstoles “¿quién
me ha tocado?” Sus discípulos le contestaron: «Estás
viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?" Pero Él miraba a su
alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo
que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y
le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija,
tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Es decir, que
la fe no sólo cura del mal ¡sino que conmueve al mismo Dios! De
esta entrega para vencer el mal surge el milagro. Cuando uno se olvida de sus
limitaciones y sus faltas, una “tontería”, y tiene fe en conseguir su sueño, se
produce el milagro. Es decir, de la tontería de olvidarse de uno mismo surge el
milagro, el mismo hecho de olvidarse de uno mismo es ya un milagro. “Pero si
olvidarse de uno mismo es una “tontería” que lleva al milagro ¿a qué lleva pensar en uno mismo? –podéis seguir preguntanado-. Al egoísmo y a
la mentira, a creernos superiores a otros hombres, a sostener que nuestra moral es superior a la de los otros y
mentir para imponerla, creer que somos
portadores de la verdad eterna y matar a quien no crea en ella, ampararse en una supuesta identidad
propia y hacer de ello un arma de separación que ampara el odio, caer en las
garras de la mentira y creer que somos veraces en definitiva. Estas cosas y
otras similares son las que entretienen al hombre que busca la felicidad
engañándose a sí mismo y engañando a los demás, hasta que todo se derrumbe por
efecto del propio peso de la equivocación. Por eso necesitamos gente que sueñe
con cosas que nunca existieron, las que tenemos hoy día no nos valen para
vivir.
¿Qué es una catedral? Un
monumento del hombre que creía que sin Dios no era nada, pero su propia obra lo
desmiente: un milagro, pues, ¿de dónde surgen las catedrales? “¿Quieres significar con ello que Dios hace
milagros cuando se olvida de que es Dios?” –Seguro que os preguntáis-. ¿Acaso su Hijo no los hizo? Si el hombre hace
milagros cuando admite su humildad imagínate Dios. “Pero eso no puede ser, el
hombre puede olvidarse de sí mismo
porque es muy poca cosa, mas ¿cómo se va
olvidar Dios de quién es?” Precisamente por eso es tan difícil que el
hombre se olvide de quien es, porque es muy poca cosa y tiene miedo. En cambio
Dios sí porque es grande y sueña. Repara
en la diferencia: cuando Dios se hace hombre, le trae al hombre esperanza en
medio del sufrimiento; cuando el hombre se cree Dios, trae la barbarie y más
sufrimiento. Cuando el hombre se toma en serio la idea de Dios piensa que es
portavoz de su voluntad y mata al infiel. Sólo con creerse superior a otros
hombres, el sumun de la necedad, siembra la semilla de la división, la
destrucción y del odio allá donde pisa,
pero cuando se ve tal y como es comprende que su curación no depende de su
orgullo sino de su fe, no ve en el otro al enemigo sino al aliado. Por lo tanto
es lógico y normal que esperemos que surja algún milagro del milagro de
vivir.
Pero los pueblos olvidados lo
tienen difícil, en ellos los sueños se
convierten con facilidad en pesadillas porque todos recelan de todos y todos
piensan en sí mismos, y si alguien tiene un sueño se lo roban. Los pueblos olvidados esperan un milagro sobrenatural y confían más
en una sotana que en un agricultor,
aquel les habla de salvación por medio
de la abstención, éste les insta al esfuerzo por medio de la acción, aquel
les promete un Paraíso en el que ni siquiera él cree, este sólo les promete el fruto de su propio esfuerzo, aquel
apela a su fe en Dios, este a su fe en sí mismos y en la razón. Dios no es más
que una idea, una idea más del hombre que utiliza como más le conviene, pero es
una idea muy potente que puede hacer
milagros o barbaridades.
Prever es un milagro, sobre todo cuando,
como en el caso del hombre, le enseñaron que prever era pensar mal de los
demás: piensa mal y acertarás, máxima que ha contribuido de manera
decisiva a la selección natural de la especie y a su infelicidad. Lo educaron
en la resignación, en la obediencia, en la inseguridad, en el miedo, en la
falta de autoestima…, de manera que para una vez que le dieron poder para vencer a sus rivales se dejó derrotar por
ellos. Permitió que la impostura saliese victoriosa con su pretendida bondad
disponiendo de poder para haberla derrotado.
He aquí lo que puede cambiar al hombre y evitarle sufrimiento: la
educación, lo sabemos, pero todavía no lo hemos aprendido.
Lo primero que voy a hacer es enlazarlo a mi blog... Ya luego lo leo todo con tranquilidad :)
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