sábado, 24 de octubre de 2020

CON RAZÓN NOS CREIMOS LA LEYENDA NEGRA

 





Estas palabras las pronunció Emilio Lledó en 2016 con motivo de la entrega del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Las traigo aquí porque siguen teniendo plena vigencia:

"Para ser político has de mirarte en el espejo sin avergonzarte de ti mismo. No tendría importancia en mi caso que no fuera así, pero sí en la de aquellos que han de estar capacitados para organizar la vida de los demás». Y apostilla: «Es grave la indecencia y la ignorancia que hoy se da en el poder».
A lo que yo agrego:
Cuesta mucho sonreír en los tiempos que corren. Que nuestros políticos nos hayan robado la sonrisa es la peor atrocidad que cabe achacarles, pues cuando alguien, por su injusto, torpe o, simplemente, mal proceder, le roba la sonrisa a sus semejantes, merece el más firme y contundente de los reproches.
No digamos ya si, aquellos en quienes hemos puesto nuestra confianza para que nos gobiernen, en lugar de procurar nuestra felicidad, nos causan ansiedad y angustia con sus decisiones. Son, además de malos gobernantes, mediocres seres humanos indignos de ganarse el afecto de sus gobernados porque, en lugar de pensar en ellos, piensan en sí mismos. No merecen ni que los miremos a la cara.
Que en España, con los miles de compatriotas que han muerto y están muriendo, con la grave crisis económica que se está produciendo, con la situación general de incertidumbre que ha creado la pandemia, a la que no se le ve final porque nadie sabe cómo atacar al maldito coronavirus, es descorazonador contemplar la desunión existente cuando lo que debía prevalecer es la unión de todos para abordar esta gravísima crisis sanitaria, económica y social, por encima de intereses partidistas e ideológicos. No estamos a la altura, no señor. Ni los políticos ni nosotros, y sálvese quien pueda, pues si irresponsables son ellos, nosotros lo somos más. Bien es verdad que si ellos, los que nos gobiernan, dieran ejemplo, la realidad sería otra. Lo cual no es excusa, pues la irresponsabilidad de los gobernantes no justifica la irresponsabilidad de los gobernados.
Confesemos, pues, que si ni siquiera en momentos de calamidad como el que atravesamos, no sabemos unirnos y cada cual va a lo suyo, las campanas doblarán pronto por todos nosotros. Y lo malo es que no vamos a aprender nada, pues seguiremos echándonos la culpa unos a otros de lo que ha pasado, de lo que está pasando y de lo que pasará.
Con razón nos creímos la Leyenda Negra. No confiamos ni en nosotros mismos.