Pero ¿cómo funciona una sociedad? Una
sociedad –me refiero a la nuestra, a la que se rige por leyes- no basa su
funcionamiento en las instituciones, sino en las ambiciones de quienes las
rigen y/o mantienen.
Un Estado no funcionaría si aquellos que lo mantienen en pie no obtuvieran, o no esperaran obtener, el premio que ellos creen merecer. En otras palabras, que la “vocación de servir” es una panoplia, pues lo que realmente preocupa a los partidos, a sus dirigentes, a las instituciones, a quienes ostentan su representación o las rigen, a las grandes empresas, a sus rectores, a las corporaciones y entidades financieras y a sus directores no es trabajar por el bien general, propiciar una sociedad mejor y más libre, lo que les preocupa es encontrar la forma de enriquecerse, obtener influencia y/o poder. Y para conseguirlo tejen a su alrededor toda una red de clientelismo y corrupción que llega hasta las más altas instancias del Estado. De ahí viene, en mi humilde opinión, el “estado líquido”.
El ciudadano cada vez tiene más información y se da cuenta de que los políticos “van a lo suyo” en primer lugar, y luego, a los demás hasta donde alcance. Ya no prima el interés general del que tanto se habla desde la instituciones, eso una entelequia, lo que prima es el egoísmo humano, el particular mío y de quienes me apoyan. Y así, cada cual hace de su capa un sayo, pues nadie da ejemplo.
Los partidos se corrompen para financiarse, y sus dirigentes para enriquecerse. Los políticos al frente de instituciones para eso mismo, favorecer a los suyos y medrar. Los empresarios, para obtener ventajas, los poderes económicos para que las leyes los favorezcan y todo funcione de acuerdo con sus intereses. Y luego están los banqueros y demás ralea que roban aprovechándose del puesto que ocupan, untan a personas y a partidos y corrompen todo lo que tocan. ¿Cómo no va a ser líquida una sociedad que basa su funcionamiento en el aprovechamiento? Es más, si no consigo medrar como tú te monto un 11M o pido la independencia.
Un Estado no funcionaría si aquellos que lo mantienen en pie no obtuvieran, o no esperaran obtener, el premio que ellos creen merecer. En otras palabras, que la “vocación de servir” es una panoplia, pues lo que realmente preocupa a los partidos, a sus dirigentes, a las instituciones, a quienes ostentan su representación o las rigen, a las grandes empresas, a sus rectores, a las corporaciones y entidades financieras y a sus directores no es trabajar por el bien general, propiciar una sociedad mejor y más libre, lo que les preocupa es encontrar la forma de enriquecerse, obtener influencia y/o poder. Y para conseguirlo tejen a su alrededor toda una red de clientelismo y corrupción que llega hasta las más altas instancias del Estado. De ahí viene, en mi humilde opinión, el “estado líquido”.
El ciudadano cada vez tiene más información y se da cuenta de que los políticos “van a lo suyo” en primer lugar, y luego, a los demás hasta donde alcance. Ya no prima el interés general del que tanto se habla desde la instituciones, eso una entelequia, lo que prima es el egoísmo humano, el particular mío y de quienes me apoyan. Y así, cada cual hace de su capa un sayo, pues nadie da ejemplo.
Los partidos se corrompen para financiarse, y sus dirigentes para enriquecerse. Los políticos al frente de instituciones para eso mismo, favorecer a los suyos y medrar. Los empresarios, para obtener ventajas, los poderes económicos para que las leyes los favorezcan y todo funcione de acuerdo con sus intereses. Y luego están los banqueros y demás ralea que roban aprovechándose del puesto que ocupan, untan a personas y a partidos y corrompen todo lo que tocan. ¿Cómo no va a ser líquida una sociedad que basa su funcionamiento en el aprovechamiento? Es más, si no consigo medrar como tú te monto un 11M o pido la independencia.
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