lunes, 20 de noviembre de 2017

QUÉ HACER CON LA MIERDA DEL MUNDO


   


    En la vida está uno obligado a aprender día a día de la vida, como diría el poeta, golpe a golpe, verso a verso. Yo he tenido que aprender a ser "malo" para poder ser "bueno". No es ninguna contradicción, al contrario, en el sentido de que cuando la vida da razones para llorar, hay que saber buscar razones para reír y que nadie pueda borrar tu sonrisa. Ello a pesar de que vivimos en un mundo que cada vez me gusta menos. 
   
   Un mundo en el que se vende la intimidad  no es un mundo sano.

   Un mundo en el que cualquiera puede invadir tu intimidad,  no es un mundo seguro.

   Un mundo en el que no se respeta nada, que lo que prevalece en él es egoísmo y el interés particular, no es mundo grato. 

  Un mundo en el que cada cual va a lo suyo, no es mundo con futuro. 

  Un mundo en el que el poder abusa, adoctrina y miente no es un mundo justo.

   No, no me gusta este mundo. Pero no tengo donde ir, no conozco otro mejor, así que lo único que puedo hacer es tratar de mejorarlo en lo que de mí dependa, que cuando me vaya pueda decir que he limpiado más que he ensuciado. 

   Una forma de hacerlo es utilizar la mierda que dejan los que ensucian el mundo para abonar mi jardín. 

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