sábado, 24 de junio de 2017

MUJERES NORMALES



   




   "Todas las flores del desierto están cerca de la luz.

   "Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo.

   "Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio, o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

   "Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las 
llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento. 

   "Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuantas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

   "Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio ilusionadas con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

   "Las mujeres normales derrochan belleza, no glamur, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la
espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

   "Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos ,de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigo de la forma y
enemigo del alma. Vértigo de divas, y llanto de princesas.

   "Las verdadera belleza esta en las arrugas de la felicidad..."


   Este hermoso texto es de Varga Llosa, premio Nobel de Literatura de 2010. En él, pondera la belleza y la sencillez de la mujer normal, de esas mujeres que no salen en revistas, que derrochan belleza pero no glamour, que se ríen a carcajadas... Sin embargo, ya lo sabéis ha elegido a Isabel Preysler, que es la sofisticación en persona, que huele a Chanel, no a moras y a regaliz, que toma champán, no cerveza... En fin, una mujer completamente opuesta a la que describe en el texto. 

   ¿No se podría aplicar aquí perfectamente el refrán que afirma que "una cosa es predicar y otra dar trigo"?  Los ideales de juventud permanecen en nosotros intactos, hablan de nosotros, de cómo éramos y cómo pensábamos, pero el tiempo pasa y no pasa en balde, los ideales se quedan atrás mientras nosotros envejecemos, y aunque sigamos añorando aquellas cosas que en un momento de nuestra vida nos inspiraron la realidad acaba por imponerse y lo que veíamos atractivo y deseable, aunque lo siga siendo, ya no lo es para nosotros, pues vemos la vida y las cosas bajo otra luz, la que alumbra nuestra experiencia. 

  Saludos.  







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