En
ocasiones hay que tomar decisiones dolorosas que, además, pueden prestarse a la
polémica porque puede que no sean bien comprendidas. Sobre todo si le decisión
a tomar implica reproche a terceros. Lo cual la hace más dolorosa aún.
Pero esto es lo habitual en la vida, cada
quien tiene su propia concepción de las cosas, por tanto, cada cual las juzga a
su manera, y si las razones que dan para justificar su decisión están arropadas
por la objetividad, es decir, están respaldadas por hechos, que no por suposiciones,
aunque implique reproche para alguien debe tomarse.
Es lo que he hecho. He tomado una decisión dolorosa
para mí que no ha sido bien comprendida por mis compañeros/as del grupo. Pero
ha ocurrido algo curioso: que quienes han intentado disuadirme de que no me
vaya y se han esforzado por comprenderme han sido mis compañeras; para mis
compañeros, indiferencia total. En honor
a la verdad he de decir que ha habido uno, al que ni siquiera conozco, que ha
respondido como cabe esperar en estos casos.
Lo cual es de agradecer.
Supongo que su actitud obedece a que esta es
la segunda vez que digo que me voy pero no me voy, así que ni se han molestado en dedicarme unas palabras,
tal vez porque no tenían nada bueno que decirme, y ya se sabe, cuando no tengas
nada bueno que decir de alguien, no digas nada. Lo cual también es de
agradecer.
De cualquier forma, mi problema es que yo no
quería irme, pero ya no podía quedarme, a menos que hubiera cerrado los ojos a
la realidad y pensar que todo el mundo es bueno y yo un
mal pensado. Y no es el caso.
Uno puede estar un tiempo participando de
algo con otros con gusto, pero al cabo se da cuenta de que la actividad que
desarrolla el grupo puede optimizarse, y por su bien propone lo que puede conseguirlo. Sin embargo,
la mayoría del grupo se opone a que se introduzcan los cambios propuestos. Su
rechazo estaría justificado si se dan argumentos que evidencien que los mismos
son contraproducentes o no van a suponer una mejora sustancial de la actividad,
pero tales argumentos no se dan. Se prefiere mantener la actividad sin cambios
a sabiendas de que perjudica a los propios componentes del grupo, aunque no a
todos, y a la propia actividad. Y por ahí no paso.
Y eso es todo. Son
cosas que pasan en la vida sin que la vida se pare, al contrario, sigue sin ti.
Así que viene a cuento decir: “A otra cosa, mariposa.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario