A veces
ocurre que uno quiere escribir algo y a tu cabeza solo acuden ideas confusas y
difusas que se entrecruzan entre sí, como si las envolviera una niebla fría e
impenetrable. Para aclararse un poco, y abrirse paso entre la espesura, piensa
en los temas de todos los tiempos que han inspirado a los grandes y a los
pequeños escritores, y te topas con los mismos de toda la vida: la
vida, la muerte, el amor, el odio, el paso del tiempo, los viajes, la avaricia,
la hipocresía, la envidia, la traición, la soberbia, la inocencia…
Antes de llegar a tu destino le das un
repaso al tema de tu propia vida. ¿Cuál es el tema de mi vida? ¿Qué tema ha
desarrollado uno a lo largo de su vida que destaque sobre otros? ¿El amor? ¿El
odio?¿El egoísmo? ¿La generosidad? ¿La soberbia?... ¿El pesimismo? ¿El
optimismo? ¿Lo apolíneo? ¿Lo dionisiaco?...
Y así, avanzando en la oscuridad en busca de
la luz, te preguntas ¿cuál es el tema
que predomina en la vida? Y aquí, para
ver luz acude uno a las grandes obras de la literatura. Por ejemplo a «La Celestina», una de las obras cumbre de la
literatura española y universal, y a «El Quijote», que supera a la anterior en
universalidad y riqueza. En la primera nos
topamos con la codicia, la lujuria, la astucia, la traición, el amor, la muerte… Sin embargo es una historia de
amor.
Y si nos centramos en «El Quijote» vemos algo insólito: que el insigne caballero lucha
contra todo esos vicios que se manifiestan en la obra de Alejandro Rojas. Y
para hacerlo se engaña a sí mismo, sublime actitud plenamente justificada pues de lo que se trata es de luchar contra la injusticia y ayudar a
los débiles y menesterosos, cosa que
solo puede hacer un caballero que, como es preceptivo, necesita tener su dama,
la sin par Dulcinea, que es una simple
campesina pero que él la tiene por princesa y bella entre las bellas. No duda
en enfrentarse a los molinos, que para él son gigantes, aunque muerda el polvo en tan desigual batalla.
Y para reafirmarse a sí mismo la bacía
de barbero es para él el yelmo de Mambrino,
que torna invencible a quien lo lleva… Puede decirse, pues, sin
lugar a dudas que don Quijote es un idealista, lo demuestra en todos sus actos,
sobre todo cuando, por amor a la libertad y a la justicia, libera a los galeotes y estos, en
agradecimiento, le dan una paliza que lo dejan malparado. En resumen ¿cuál es
el tema de El Quijote? La lucha del
hombre por hacer realidad sus sueños. Y en esa lucha, o se cree más de lo que
es o no lo conseguirá.
Fijaos. Don Quijote se engañaba a sí mismo,
pero denuncia las injusticias del mundo y lucha por acabar con ellas desde la
integridad propia de un caballero. Sin
embargo, ¿no se engañaba también a si mismo
Calisto en su alocado deseo por conseguir los favores de su amada
Melibea sin respetar principio alguno? ¿Y
qué consiguió con ello? Dejar un rastro de muerte que le alcanzó a él mismo.
Sin embargo, Don Quijote dejó un rastro de vida por donde pasó. Y admiramos en
él su maravillosa locura. No así a Calisto, que se dejó llevar de su egoísmo
por satisfacer su pasión desencadenando con ello la tragedia. Don Quijote llevó su pasión por ayudar a los
demás y combatir la injustica a perjudicarse a sí mismo, luchó por un mundo mejor; Calisto solo luchó por
satisfacer su lujuria arrastrando a la muerte a quien participó de su locura. En
El Quijote vemos generosidad, en La Celestina, todo lo contrario. Aunque en
ambas late la visión pesimista del mundo.
Pero lo que se pone de manifiesto es que, guiados por la generosidad o por el egoísmo, nos engañamos a nosotros mismos. Pero también
se evidencia que, incluso en esto de engañarse a uno mismo, no es igual hacerlo desde el egoísmo
que guiado por la generosidad. El
egoísmo es muerte; la generosidad es vida.
Así que la cosa está clara. Si tuviéramos que
destacar el tema predominante de la
Navidad la palabra que nos viene
a las mientes es la generosidad, ese concepto opuesto al egoísmo que acompaña
al amor, capaz de vencer a la muerte. Aunque nos engañemos y luego descubramos
que detrás está el egoísmo, pero detrás, no delante de la generosidad. Es lo
que diferencia al personaje de Calisto de El Quijote.
¿Quién que sea generoso se atreve a decir
que odia la Navidad?
Pues disfrutad de la Navidad, época de
aguinaldos, de regalos, de DAR.
Que el Nuevo Año os sea propicio.
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