Cuando empieza un Nuevo Año, que casualmente este ha comenzado en lunes
–para que luego digan que el lunes es el peor día de la semana- no está demás preguntarse
si el año que ha acabado ha merecido la pena vivirlo y que cosas le pedimos al que comienza.
Respecto a si el 2017 ha merecido la pena
vivirlo es algo personal, en mi caso los ha habido mejores. En general no ha
sido un buen año, han contribuido a ello los independentistas, que se han
venido arriba y casi nos estropean la llegada de los Reyes Magos. Donald Trump,
el Brexit, los atentados del ISIS, la crisis de los refugiados y el paro han hecho de 2017 un año para olvidar.
Respecto al 2018 me he preguntado qué tres
cosas no me deberían faltar para ser feliz, o que al menos con ellas pueda
tener suficientes razones para no sentirme un infeliz. Si os digo la
verdad no tenido que pensarlo mucho, porque si algo nos hace feliz en la vida no son las cosas materiales, el dinero por sí
solo no da la felicidad, son aquellas cosas que se nos escapan de las manos con
frecuencia sin que podamos evitarlo las que nos pueden justificar y alimentar nuestra ilusión.
La primera es el amor. No se puede
vivir sin amor, sin amar y sin ser amado, pues sin amor la vida es gris y triste como un
crepúsculo invernal. Sobre el amor a los
demás decía Jean Paul Sartre: «Trata de
amar al prójimo. Ya me dirás el resultado». Y sobre el amor, amor,
reflexionaba Antoine de Saint Exupéry: «Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la
misma dirección». La guinda la puso Julio Cortazar cuando
propuso: «Ven a dormir
conmigo: no haremos el amor. Él nos hará.».
La segunda cosa es la amistad. La
amistad es uno de esos ingredientes sin
el cual la vida carecería de sabor, sería sosa y aburrida, sin color, pues si
hay momentos vividos que siempre recordaremos con nostalgia son aquellos que
compartimos con los amigos. Hay un
proverbio chino sobre la amistad que a mí me encanta: «La amistad es un alma
que habita en dos cuerpos. Un corazón que habita en dos almas». Yo no quiero idealizar la amistad, pues como
sentimiento humano que es está sujeto a altibajos, pero los amigos siempre
están ahí, a veces te incordian, pero te quieren y hacen que te rías a corazón
abierto con ellos. Los amigos son la
familia que uno elige.
La tercera cosa no podía ser otra que la salud. La salud es una de esas cosas imprescindibles
de la vida que paradójicamente solo echamos de menos cuando nos falta, a pesar
de lo cual no solemos cuidarla como se
merece. Decía el Mahatma Gandhi que «La salud es la riqueza
real y no piezas de oro y plata» Y es verdad, sin
salud no hay alegría, no hay ilusión, no hay horizontes, sin ella sobra
todo.
Pues estas tres cosas son las que yo os deseo
esta mañana de Reyes, seis de enero, sábado, de 2018.
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