El miércoles
día 2 vi la película “CISNE NEGRO”, en
ella hace una interpretación magistral, inolvidable, estremecedora la actriz
Natalie PORTMAN.
Debo decir que me impresionó, no solo la
interpretación de la protagonista, soberbia,
sino el tema que desarrolla: el control mental para conseguir un determinado
fin, algo que puede tener, y de hecho las tiene, trágicas consecuencias.
Os diré de qué va la película para
aquellos que aún no la hayan visto:
Natalie Portman interpreta a una bailarina
de Ballet llamada Nina, entregada por
completo a su trabajo. De ella puede decirse que va de su casa a los ensayos y de los ensayos
a su casa. Vive con su madre, antigua bailarina, que la sobreprotege –una manera
de control mental- para que no deje de
ser su “niña bonita”. Todo va a cambiar
cuando el director del ballet pretende representar una versión moderna del
ballet “El lago de los cisnes” de Tchaikovski, que como sabéis cuenta la
historia de una princesa dulce y virginal atrapada en el cuerpo de un cisne
blanco, del que solo puede escapar si es
amada verdaderamente por un príncipe. El príncipe aparece y se enamora de ella,
pero antes de que le declare su amor, su
gemelo, el cisne negro, lo seduce con sus malas artes y, cuando la princesa que encarna el cisne
blanco se entera, devastada, se lanza por un acantilado y muere, alcanzando así
su forma humana.
Pues bien, el director quiere que Nina
interprete ambos papeles, el de la dulzura virginal del cisne blanco, y el de
la maliciosa sensualidad del cisne
negro. Pero los ensayos evidencian que, así como el papel del cisne blanco lo
borda, el del cisne negro se le resiste, no consigue transmitir la fuerza
sensual y maligna que requiere. Entonces el director busca a otra para que la
sustituya, una treta para someterla a prueba –otra forma de control mental
basada en el trauma que supone verse relegada- que desencadenará la tragedia,
pues ella quiere el papel a toda costa, así se lo pide al director, y este, que era precisamente eso lo que
perseguía, se lo concede. A partir de
aquí ella se verá sumergida en una vorágine endemoniada que la conducirá a la locura: por una parte ha de enfrentarse a la manipulación de la madre,
que pretende que su “niña” no deje de ser un cisne blanco, y a la del director,
que trata, de manera unas veces brutal, otras sibilina, que sea
un cisne negro. Entre ambos conseguirán romperla induciendo en ella un
desdoblamiento de personalidad que convierte la película en un film de terror psicológico
a medida que ella se va pasando al lado oscuro de su personalidad.
La película pone en escena lo que a ese y a
otros niveles sucede en la realidad, cual es el esfuerzo sobrehumano a que se
ven abocados todo tipo de personas, pero sobre todos los artistas de cualquier
género, cuando pretenden interpretar papeles que los sobrepasan o conseguir
objetivos para los que no están preparados, intelectual o mentalmente, pues con
frecuencia los conduce a la locura, rompe el frágil equilibrio de sus mentes
conduciéndolos al suicidio tras pasar por un infierno de alcohol, drogas y
desenfreno. ¿Y todo por qué? Porque en sus ansias por conseguir aquello que
creen que los hará felices, o en su afán por deshacerse de aquello que los ata,
o en la seguridad de poder realizar aquello que se han propuesto, exploran caminos inciertos y pisan terrenos movedizos.
En la película, el director del ballet,
somete a Nina a una presión mental brutal encaminada a conseguir que deje de
ser como es y se desmelene, se “suelte”, para que pueda interpretar el papel
cisne negro. No solo lo consigue, sino
que hace de él una interpretación espléndida, magnífica, arrebatadora, terrorífica:
el director la ha convertido en otra. Sin embargo ese no es su papel, ella lo sabe, quiere y no
quiere, se enfrenta a sí misma creyendo que se enfrenta a su rival, y cuando lo
comprende, cuando comprueba que es ella, pero no es ella, hasta el punto de ser
perfecta, se suicida, única manera de
ser como era.
A nivel cotidiano pensad en cuántos jóvenes,
tratando de escapar del ambiente “cisne blanco” de su hogar, se han quitado la
vida tras haber sido manipulados por las
mafias de la droga, “las malas compañías”,
hasta conducirlos a la locura después de
haberlos tratado como conejillos de indias para sus propios fines, jóvenes que,
tras haber desempeñado un papel que no era el suyo, al darse cuenta de hasta
dónde han llegado y de haber hecho lo que han hecho, se dan cuenta, comprenden demasiado tarde, que ese no es su verdadero papel, no soportan
verse así, se sienten incapaces de volver a ser lo que eran, y se suicidan.
Si no lloráis es que no lo habéis sufrido en vuestras
propias carnes.
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