-—Deme un billete, por favor.
—¿Destino?
—¿Qué destinos hay?
—Todos.
—¿Todos?
—Sí, todos menos el cielo.
—Deme uno
—¿Adónde?
—Al cielo.
—Para el cielo no hay.
—¿Está seguro?
—Sí.
—¿Cuándo habrá?
—Depende.
—¿De qué depende?
—-De la demanda.
—¿No hay demanda para ir al cielo?
—No.
—¿Por qué?
—Porque el precio es muy elevado.
—¿Cómo de elevado?
—Es necesario haber observado en vida una
conducta intachable.
—¿Y eso qué es?
—El
precio del billete.
—Podría pagarlo con mis sueños.
—Los sueños de los corruptos son sueños
robados.
—¿Y cómo
podría devolverlos?
—Vaya a la
ventanilla de enfrente.
—Me han dicho
que aquí se devuelven los sueños robados.
—¿Los trae
usted consigo?
—Pero ¿esto
no es un sueño?
—Sí, el único
que no ha podio robar.
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