Si alguien pensó que la corrupción galopante que han perpetrado durante años y años los partidos políticos, todos, pero sobre todo el PP y el PSOE, nos iba a salir gratis, ayer quedó demostrado en el debate de investidura que pagaremos un alto precio.
Ganas de llorar me entraron cuando esa señora separatista, exhibiendo un sobrecogedor rencor contra España, subió a la tribuna para decir "a mí la gobernabilidad de España me importa un comino", con gesto de desprecio, odio y despecho. Nunca pensé que escucharía, por boca de una representante de un partido político, que además es de izquierdas, una afirmación tan ruin y miserable en el mismo parlamento, sede de la soberanía nacional.
¿Cómo es posible que esto ocurra? Me pregunté. ¿Cómo es posible que un partido como el PSOE se vea obligado a pactar con esta gente que lleva en sus genes el odio hacia España para poder gobernar? Y claro,la respuesta me la da la historia, porque cuando las cosas no se hacen bien, o simplemente no se hacen cuando deberían haberse hecho, toca tragar sapos y culebras. Los que ayer y anteayer tuvo que tragarse Sánchez y nos hizo tragar a todos los españoles.
Tanto PP como PSOE se durmieron en los laureles de la Transición sin percatarse de que los enemigos de España, esos a los que les importa un comino, estaban al acecho tramando sus planes para hacerla ingobernable. Y lo han conseguido. Nuestros políticos estaban demasiado ocupados disfrutando de los dulces placeres del poder para darse cuenta de la gravedad del hecho que suponía mantener una Ley Electoral injusta, o que las competencias de educación estuviera en manos de aquellos a los que España les importa un comino. Y hoy nos encontramos con que, valiéndose de nuestras propias leyes, atacan a España, a la Monarquía, su Constitución y a sus instituciones. Y no se recatan de decirlo en el propio Parlamento. Y Pedro Sánchez calla, no dice ni pío. Claro, como que son sus socios.
Mi aflicción es grande porque no puedo perdonarlos, le han hecho un gran daño a España, los mismos que dicen amarla no han estado a la altura y han consentido que aquellos que la odian, manden. No puedo perdonarlos.
Nunca más volveré a decir de nada ni de nadie "que me importa un comino".
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