jueves, 8 de febrero de 2018
LA ESPAÑA VACÍA
Hoy quiero dedicar mi reflexión a los pueblos olvidados de esta España nuestra que tiene memoria para unas cosas, para otras no tanto.
Hoy ya se habla claramente de "la España vacía", de esa España despoblada que ha dejado al mundo rural sin habitantes y sin alma.
El problema se ha manifestado hace algún tiempo en toda su crudeza, y se ha visto que si no se hace algo pronto la mitad de los pueblos de España desaparecerán. Lo cual supondrá una catástrofe humana, social, cultural y medioambiental.
No deja de ser paradójico que con la venida de la democracia los partidos políticos llevaran a cabo toda clase de iniciativas a favor de las víctimas del franquismo, pero se olvidaron, a pesar de que era evidente, de que los pueblos también fueron víctimas de una política que propició su despoblación provocando auténticos dramas entre aquellos que no tuvieron más opción que emigrar para no morir de hambre. El resultado, que era perfectamente previsible, ha sido la realidad a la que hoy asistimos: que si no se hace algo urgentemente el mundo rural quedará despoblado.
La solución no es fácil,pero necesaria, pues requeriría crear las condiciones idóneas para que, quienes se fueron, puedan volver, sobre todo los jóvenes. Lo preocupante es que eso no va a suceder. Se necesitaría, en todo caso, llevar a cabo una política concebida para repoblar el mundo rural equivalente a la de la Estabilización Económica que lo despobló. ¿Y dónde están los recursos para lograrlo?
En los pueblos olvidados la ilusión también se ha marchado. Se sobrevive en ellos sin proyectos de futuro, resignados a su suerte, el día a día, yendo cada cual a lo suyo.
Y mientras España tiene ese grave problema ha de atender al creado artificialmente por los independentistas, que sueñan con romper a España en su propio beneficio sin importarles el daño que hacen, ignorando además que si están donde están y tienen lo que tienen se lo deben en gran parte a esa España vacía que se vio obligada a emigrar a su pesar. Sin embargo, no solo la ignoran, sino que la menosprecian.
Que los políticos hablen de memoria histórica sin incluir en ella a los pueblos olvidados y a sus gentes como víctimas de aquella política disgregadora habla mucho de lo que realmente los mueve.
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