La parte de vuestro mundo más avanzado, en
el que predominan las libertades formales y el imperio de la ley, tampoco
escapa a este pronóstico. Si antes el poder se adquiría por la gracia de Dios,
una mentira, en la democracia se adquiere
por votación, " a
través de la voluntad libremente expresada de los ciudadanos", otra mentira,
pues los ciudadanos están, unos
determinados, otros manipulados, y otros votarán a quien sepa mentir mejor,
todos saben que os valéis de vuestras
técnicas de manipulación para que os voten, y luego, cuando llegáis al poder,
aplicáis una política sectaria que favorece vuestros intereses ideológicos, no
el interés general.
Una palabra que empleáis mucho es la de
seguridad. ¡Seguridad! vuestros ciudadanos tienden a darle el poder quien les garantice una mayor
seguridad, pues de alguna manera la
ciudadanía intuye que todo es mentira y que lo que realmente importa es que
puedan dormir tranquilos en sus casas. Es decir, volvemos a Hobbes. No es que ahora el poder lo ejerza un rey absoluto, un dictador, o un
tirano, pero de alguna manera lo es quien es elegido para gobernar porque los demócratas
también mienten, también se corrompen, cometen injusticias…, se ven sometidos a las directrices ideológicas de su partido, a las presiones de los poderes fácticos y a la necesidad de mantenerse en el poder sin perder de vista el interés general, que esta es otra, pues cada partido lo interpreta a su manera, de manera tal que ese interés sólo es interés
partidista, pero como lo interpretan los
dirigentes del partido en cuestión es «interés general», pues solo el partido sabe interpretar mejor que ningún otro la voluntad de los ciudadanos,
incluso de los que no lo han votado, por eso los de izquierdas dicen que los
que votan a los partidos de derechas son tontos, y los de derechas dicen que los
que votan a los partidos de izquierdas son ignorantes, y así, no es exagerado
decir, como decís vosotros, “unos por otros la casa sin barrer”.
La
realidad es que digáis lo que digáis y hagáis lo que hagáis, todo, todo, va
dirigido a desprestigiar al contrario y manteneros el mayor tiempo posible en
el poder, aunque ello perjudique gravemente a la nación. Esta política es la
que os ha llevado a la división y al odio y a la corrupción, lo que ha
propiciado la aparición de los populismos que, pretendiendo combatir la injusticia, cometen la estupidez de asegurar que la única
forma de restablecerla es destruir el sistema que lo hace posible, no han
encontrado mejor manera de restablecer los valores con los que se identifica la
mayoría social que a través de la injusticia de destruirlo todo y empezar de cero, como si fueran hombres hechos con otro molde inmunes a
la mentira, a la estupidez y a la corrupción y por tanto, paladines de la
justicia. La verdad es que vuestro sistema tiene vías de agua más que preocupantes que amenazan con hundir el barco si no las taponáis, pero
si la solución que dan los populismos es hundir el barco
y construir otro nuevo, pronto tendréis el mismo problema, o peor, así que el Señor os coja confesados.
A ver si lo entendéis, vuestro problema no es que no sepáis cuál es la verdad de este cuento, el cuento que os entretiene, os trae y os lleva, os ocupa y preocupa, os enfrenta y os une, es
la estupidez, no busquéis la verdad en ningún partido, en ninguna ideología, en ninguna religión, y tan estúpido es un burgués como un
proletario, tal estúpido un liberal como un extremista, tan estúpido un demócrata
como un populista, pues vais cada cual a lo vuestro y lo que pretendéis es poder para implantar
los postulados de vuestra ideología, pero ocultáis que ninguna ideología
garantiza la justicia, ni la igualdad, ni la libertad, ni la seguridad. ¿Cómo va a garantizar todo
eso una ideología si por definición es parcial, sectaria y excluyente? Y no es suficiente que sostengáis que una
ideología de izquierdas es más justa que una de derechas, pues que sea mejor o
peor no soluciona ningún problema, es más, lo agrava, pues os desune aún más,
de tal modo que cuando está en juego el interés general, no solo no os ponéis
de acuerdo para garantizarlo, sino que os echáis la culpa unos a otros de que se
haya llegado a esa situación, nadie asume su responsabilidad. Sois patéticos. Necesitáis urgentemente encontrar el concepto clave que os permita resolver el problema que os aqueja, al modo en que Platón resolvió el de su época con el mundo de las Ideas. Pero me temo que no lo vais a conseguir porque aquí, en la Tierra, todos tenéis razón y nadie admite no tenerla, así que tenéis un camino largo por recorrer. Tal vez si supierais lo que es la vida..., pero tampoco lo sabéis.
El gran logro de vuestra democracia ha sido
generalizar los impuestos, arbitrar un sistema tributario que persigue
distribuir mejor la riqueza y crear bienestar material al ciudadano por medio
de inversiones en bienes, servicios e
infraestructuras. Y eso está bien a pesar de que se ha hecho a costa de ser cada vez más dependientes del poder, pues ahora
el Estado se ha dado por aludido y se arroga la misión de cuidar de vosotros, de encargarse de vuestra “procura existencial”, lo cual a primera vista está muy
bien, pero os resta libertad, iniciativa y creatividad al depender cada vez más
de él, de manera que individualmente cada vez contáis menos y el Estado cada
vez está en más sitios ocupando parcelas de libertad que deberían ser vuestras, así que de cualquier forma no
podéis escapar a vuestro destino porque está marcado por la mentira. Dicho de
otro modo: vuestros más altos ideales al final
los engulle la mentira. Con
vuestro estado social puede que hayáis resuelto algunas situaciones de
injusticia, pero habéis creado otras y habéis alimentado el abstencionismo y el
fraude. En resumen, presumís de ser libres, pero no lo sois en absoluto.
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