VI
Por otra parte, la política de bloques
continua, la carrera armamentística, también, la lucha por la supremacía no
descansa, la carrera armamentística, idem, y el terrorismo de origen yihadista, incesante,
presidido por el odio a todo lo que representa el modo de vida occidental a
quien considera el origen de todos sus males, actitud muy vuestra esta de echar
la culpa a los demás de vuestras desgracias para justificaros con tal de no
reconocer que el origen de vuestros males
está en vosotros mismos.
Habéis
derribado el Muro de Berlín, pero no el de vuestras diferencias, todos estáis convencidos de que la razón y la verdad
están de vuestra parte, y desde este convencimiento agrandáis el gran muro insalvable que os separa, pues la verdad no es patrimonio de nadie, así viene sucediendo desde Babilonia y así
seguirá hasta que una de las partes esté segura de poder vencer a la otra sin
grandes pérdidas y muerto el perro se acabó la rabia. La carrera armamentística
que mantenéis no tiene otro fin que alcanzar una supremacía que permita a una
parte acabar con la otra e imponer su verdad,
pues a la larga no pueden convivir dos civilizaciones que se odian a
muerte porque son totalmente
incompatibles la una con la otra. Y eso la parte más débil militar y
económicamente, lo sabe, y como lo sabe lleva a cabo su propia estrategia. Y lo
sabéis.
Mucho se puede decir de ese mundo hermético y cerril que se
apoya en la sharía para organizarse socialmente cuyas aberraciones escandalizan
a occidente, que se ha mostrado incapaz
de avanzar y repudia a la democracia como si se tratara de una mujer adúltera.
Es un mundo al que asusta la libertad, pues
la libertad es poder elegir entre las diversas opciones que ofrece la sociedad
la que mejor se adapte a tu manera de pensar, y si una sociedad no da opciones a
sus ciudadanos estos son esclavos del poder,
esclavos, por tanto, de la mentira, pero como creen que su mentira es la
verdadera pues tan contentos de ser esclavos, tan contentos de sacrificarse en
nombre de su dios, tan contentos de inmolarse con tal de llevarse por delante a
los infieles occidentales, aliados del diablo, enemigos de Alah. Esta es su
estrategia, pues lo que se esconde detrás de esta colosal mentira es propaganda
pura y dura, se saben débiles, saben que no pueden competir a igualdad de
condiciones con el mundo al que odian, saben que está en juego su propia
supervivencia como civilización, por eso jamás tolerarán la libertad de prensa, ni la
libertad de opinión, ni la libertad de culto, ninguna clase de libertad, pues sus mentiras quedarían al descubierto de
manera flagrante, y como saben que es así, utilizan el arma del odio contra
occidente, financian el terrorismo bajo cuerda contra él para que el odio se
expanda, subvencionan la construcción de
mezquitas por el mundo, envían a los misioneros tablig por todo el orbe, predicadores musulmanes adoctrinados en las madrasas de
Pakistán y la India para expandir el Islam, algo que están consiguiendo, sobre todo
en Sudamérica, cuya actividad subvencionan los principales países árabes, y ya tienen
más de diez millones de adeptos distribuidos en 200 países del mundo. Mientras
tanto, sus súbditos, sin esperanza de una vida mejor, emigran al mundo odiado
de occidente donde mejoran sus vidas, viven decentemente, practican su
religión, las mujeres visten el velo y el burka, una señal de sumisión de la
mujer al hombre, y viven aparte, sin
integrarse en vuestra cultura, a la que desprecian por degenerada, lo que os está
creando no pocos problemas, tensiones y conflictos.
Esta
situación os explotará en las manos un día, pues el encontronazo es inevitable
y no parece que vaya a surgir nadie que pueda resolver este espinoso asunto.
De
manera que ahora mismo estáis librando una guerra sorda por vuestra propia
supervivencia, pero no sabéis cómo afrontarla sino con más violencia. Siempre
ha sido así en vuestra historia, desde Babilonia a Irak, desde Persia a Irán, desde Egipto a
Palestina. Lo que pasa es que ahora
disponéis de armas nucleares y antes solo flechas, espadas y lanzas.
Y todo este estado de cosas es así porque la
base de vuestra convivencia es la mentira, y si la mentira da el poder, todos mentís.
Para conseguirlo alguien inventa una gran mentira, la propaga, gana adeptos,
lleva a cabo una labor de proselitismo militante para encarecer sus bondades
respecto a otras mentiras existentes, prometen el paraíso a quienes la abracen,
aprovechan coyunturas históricas y sociales para implantarse y expandirse y, una vez logrado el objetivo de hacerse con
el poder, persiguen o descalifican a los
que no creen en ella, así se crea una estructura de dominio que una vez
establecida tiende a perpetuarse, de manera que solo mediante la fuerza se
puede acabar con ella. Es decir, que en última instancia, lo que se persigue es controlar desde el poder
todos los recursos disponibles. Está claro, pues, que si el poder se alcanza
con la mentira para mantenerse en él, también, y si los poderosos mienten ¿cómo
no van a mentir los humildes? Con mayor razón, pues lo hacen para su propia
supervivencia. Lo malo es que el egoísmo os lleva demasiado lejos y cometéis
toda clase de injusticias, origen de vuestras guerras.
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