miércoles, 12 de marzo de 2014

CUATRO PREGUNTAS





  Primera pregunta: ¿cómo es posible que la ciencia haya llegado a los confines del Universo y sea incapaz de garantizar el sustento  diario al ser humano? Sin duda es una paradoja que en unas cosas lleguemos tan arriba y en otras seamos tan bajos. 

   Segunda pregunta: ¿cómo es posible que para ser médico haya que estudiar seis largos años de carrera y un solo error puede apartarlo de la profesión,  además de tener que indemnizar al enfermo, y para ser político baste con saber firmar? Sin  embargo si el político yerra no pasa nada, nadie le exige nada, cuando de su gestión puede depender el bienestar de cientos,  miles,  millones de personas. No deja de ser sintomático que  no haya mecanismos para pedirle responsabilidades a los políticos por una mala gestión.  La gestión de Zapatero como gobernante debería de haber disuadido a la sociedad de que es necesario arbitrar dichos mecanismos. 

  Tercera pregunta: ¿Por qué cuando surge un escándalo de corrupción en el seno de un partido, de un gobierno –central,  autonómico o local-  independientemente de penar a los responsables  directos, no hay una ley que obligue a dimitir a los responsables políticos por no haber sabido impedirlo?  ¿Tal vez porque tendrían que irse todos?

  Cuarta pregunta: ¿por qué cuando una autonomía o un ayuntamiento se entrampa y distrae dineros para cosas que ni hacen falta, ni son productivas, ni benefician a la sociedad, ni son de interés general la ley no obliga al responsable de esa Comunidad o  Ayuntamiento a dimitir y devolver el dinero malgastado? Si se exigiera una fianza política para prevenirlo no pasaría eso, pues no basta con tener la legitimidad de las urnas, hay que tener también legitimidad moral, y esta no hay político que la supere. 

    Que no me hablen a mí de “voluntad política” de hacer las cosas bien y demás zarandajas, las cosas se hacen bien dando ejemplo, no basando la actividad política en atacar  al contrario para quitarlo a él y ponerte tú, descalificándolo constantemente para desgastarlo, no reconociéndole nada por bueno que sea. Eso no es política, eso es afán de poder para medrar y vivir del cuento. ¿O acaso los ciudadanos notamos alguna diferencia sustancial en cuanto a honradez, en cuanto a saber administrar los recursos de todos para que nadie pase hambre y haya trabajo? Donde yo vivo, el alcalde anterior, del PSOE, se gastó todos los dineros en infraestructuras. Cuando vació las arcas municipales pidió préstamos a tutiplén, entrampó al municipio y se fue. Ahora es un ayuntamiento en la ruina que se ha visto obligado a despedir a la mistad de la plantilla y rebajar el sueldo al resto. ¿Por qué no se le piden responsabilidades  por su mala gestión y se le inhabilita para volver a ejercer la política?  Lo mismo debería hacerse a cualquier político que anteponga sus sueños de grandeza al interés general. 

   Nuestra clase política no vale, es pura farfolla, va a lo que va, a disfrutar de un buen sueldo, un buen despacho, secretaria, coche, viajes, prebendas y luego, cuando deja la política, un buen puesto en la empresa privada. Esta es la pura realidad.  Algún día alguien se dará cuenta y le pedirá explicaciones. No puede ser que haya hambre y los políticos despilfarren, se corrompan y permitan la injusticia. No puede ser.


 

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