Querido Presidente:
Lo de querido no se lo tome usted al pie de
la letra, es simple fórmula de cortesía, aunque me gustaría que no fuera así.
Empezaré por decirle que no me fío de usted.
No me inspira usted confianza, no emana de usted ese carisma que, por ejemplo,
si tenía su compañero de partido Felipe González, al que yo voté porque vi en
él al hombre que transformaría España.
Luego me decepcionó, pero esa es otra historia. Lo importante es que él
tenía un sentido de estado del que usted, a juzgar por sus hechos, carece. Cuando
debería ser al revés, pues seguro que usted ha disfrutado de mayores
oportunidades educativas que él y conoce la Historia de España mejor que él. De
hecho su tesis doctoral es todo un prodigio de originalidad.
Le escribo porque la situación por la que
ahora mismo atraviesa España no es para tomárselo a broma, y si debo juzgarla teniendo en cuenta su
trayectoria no encuentro ningún motivo para el optimismo. Pensaba yo, ingenuo
de mí, que llevaría usted a cabo una política de acercamiento y
entendimiento con los partidos a los que preocupa, real y
concienzudamente, todo lo que está
pasando y lo que pasará, no los sillones
que puedan ocupar. Sin embargo ha hecho todo lo contrario, se ha acercado usted
a aquellos a los que preocupa que España marche bien y harán todo lo que esté
en su mano para que marche mal. Pues para ellos la consigna es “cuanto peor,
mejor”.
¿Quiere que le recuerde alguno de esos
problemas? Pues verá, son los siguientes: 1.- Políticos, el hecho de que usted
aún esté en funciones es un problema que es fiel reflejo de una crisis
institucional preocupante, pero a lo que se ve a usted le ha cogido con el paso
cambiado, pues trata de encontrar su solución donde interesa que no se encuentre
y si se encuentra no sea la que beneficia a España sino a ellos. 2.- Problemas territoriales, ahí
tiene usted a los secesionistas catalanes afirmando sin pudor que
pretenden acabar con España, y amenazan con paralizar Cataluña si condenan a los que se alzaron contra el orden
constitucional de nuestro país en un claro caso de rebelión; sin embargo el
Estado pareciera que no se atreve a pararlos cuando hay serias razones para
hacerlo. ¿No será que usted mira para otro lado porque necesita sus votos? 3.- Problemas de
convivencia, no solo en Cataluña auspiciados y aplaudidos por el señor Torra, a
quien usted recibió en la Moncloa con un lazo amarillo en la solapa como si
fuera su igual, también en las Vascongadas, donde los filoetarras homenajean a
los asesinos excarcelados impunemente, escrachean a los políticos nacionales
sin que pase nada y agreden a Guardias Civiles y a sus novias en los bares. Y en
las Islas Baleares, siguiendo la estela de los estrategas del separatismo, se
adoctrina en las escuelas y en los institutos y se está arrinconando a nuestro
idioma sin que nadie haga nada. 4.- Problemas económicos, las pensiones, sin ir
más lejos, no están garantizadas, la caja de la Seguridad Social está vacía, hay
una crisis de productividad que viene de lejos, hay un exceso de burocracia por
las competencias de las autonomía que rompen la unidad de mercado, el mercado
de valores es un caos... 5.- Problemas sociales, hay tres millones de parados y
una continua avalancha de inmigrantes africanos que constituyen una bomba de
relojería para nuestro país. Pero es que además hay un problema de igualdad, las
grandes empresas asfixian a las pequeñas, hay autónomos y falsos autónomos, hay
asalariados con buenos sueldos y otros que
trabajan en precario… Todo esto crea un pesimismo emocional que afecta a la confianza
en un futuro mejor ¿y sabe lo que eso significa? Claro que lo sabe. Y a lo
mejor hasta le interesa que sea así, para que crezca el descontento. Y tenemos
el problema de la deuda, señor Sánchez, que estamos endeudados hasta las cejas.
Y un déficit galopante. 6.- Problemas educativos, no se está educando
bien a nuestros niños y a nuestro jóvenes, y nuestras universidades no aparecen en ningún
ranking mundial de excelencia, y si alguna lo hace aparece en la cola. 7.- Problemas medioambientales, la UE nos ha
denunciado por la contaminación que hay en nuestras ciudades… ¿Quiere que siga?
Mejor lo dejamos aquí, no quiero abrumarlo.
Los problemas expuestos son lo suficiente
graves como para acometer su solución urgentemente. Y usted lo sabe. Sin
embargo no parece que le preocupen demasiado, al menos no lo demuestra usted ni
se deduce de su labor institucional. Lo que a usted realmente le preocupa es
conservar el poder, su máxima
preocupación. Su prioridad. Es esta actitud suya tan narcisista la que lo ha
alejado de cualquier tipo de entendimiento con los partidos que están a su
derecha, pues han visto en usted a un farsante, a un político de postureo que
hoy dice una cosa y mañana hace la contraria. Justificadamente además, pues no es serio que
pacte usted con los enemigos de España para ser investido Presidente y al mismo
tiempo le pida a la oposición que le echen una mano absteniéndose. ¿Considera
usted que esto es serio? ¿La negociación que ha mantenido con el partido de
Pablo Iglesias ha sido seria? No lo ha sido, señor Sánchez, toda España
pendiente de esa negociación mientras usted y el jugaban al escondite. Si usted
sabía desde el principio que no podía haber acuerdo. Si a esta gente los
problemas que le he mencionado les importan un carajo, ellos lo que ambicionan
es ocupar parcelas de poder para minar los cimientos de nuestra democracia y
acabar con la idea de España, a la que detestan. A ellos lo que realmente les preocupa es que
España sea un país respetado, próspero y pujante, que ocupemos un lugar de
privilegio en el mundo, que la Monarquía sea aceptada por la inmensa mayoría de
los españoles, que seamos una democracia consolidada, que seamos una nación con
una historia que muy pocos países pueden esgrimir, que hayamos sobrevivido a la
Leyenda Negra y hayamos derrotado al comunismo, todo lo cual convierte a España
en una nación de prestigio en el mundo. Esto a ellos les repatea, pues la quieren débil y dividida. ¡Mira que ofrecerle a Irene Montero una
Vicepresidencia! Una mujer en cuyo currículo no aparece que haya trabajado
nunca y que a los 15 años se afilió a las Juventudes Comunistas, de la que sabe
usted que no lo va a obedecer, que seguirá las directrices de su insigne
marido. Lo mismo que ha hecho con los
filoetarras para gobernar en Navarra y con los secesionistas para ser investido.
¿Comprende ahora por qué le digo que no es usted de fiar? ¿Cómo va usted a
gobernar con gente así si es de lo más sectario que ha parido madre y los
intereses de España son contrarios a los suyos?
Solo espero que tenga usted el suficiente
sentido común como para no volver a sentarse a negociar con ellos, no solo porque sería malo, muy malo para España,
sino porque cavaría usted su propia tumba política. Lo malo es que ya no va a
poder negociar con la derecha. Así que está usted abocado a convocar nuevas
elecciones, y esto, que siendo malo es lo menos malo para España, lo ha
provocado su ambición de poder, o dicho de otro modo, el haber antepuesto su
interés personal al general, y ahora se
encuentra en un callejón sin salida. No de otra forma se entiende que insista
usted en que la derecha le facilite la investidura después de haber hecho lo
que ha hecho. Es usted una mala apuesta
señor Presidente. La solución a los problemas de España no está a su izquierda,
sino a su derecha. Sin embargo, ha
insistido usted en encontrarla en la izquierda. Ha equivocado usted la
dirección, señor Sánchez. No creo que
sea usted el hombre de estado que España necesita para abrir esa puerta. Seguro
que aún resuenan en sus oídos lo de “¡con Ciudadanos no!” la noche electoral. Eso
es odio, señor Sánchez, y desde el odio no se puede gobernar un país. Fue el odio
es que nos condujo a la tragedia de la Guerra Civil.
¿Sabe usted lo que yo haría si me hallara en
la misma tesitura en la que se encuentra? Ser honrado, admitir que me he
equivocado, que he cometido errores de
bulto impropios de quien aspira a regir los destinos de España. A tal fin convocaría un pleno en las Cortes Generales
para explicarlo todo y expondría la situación de manera clara, concreta y
concisa. Pediría a la derecha iniciar negociaciones serias para llegar a un pacto de Estado y abordar
los problemas que nos aquejan. Y si el
pacto no es posible, convocar nuevas elecciones. Esto sería actuar con sentido
de Estado, señor Sánchez.
Esto o echarse a un lado y que el Rey nombre
otro candidato, de su propio partido o de otro, que intente la investidura con
más garantías que usted. Atrévase a ser
grande, señor Sánchez, porque hasta ahora todo lo que ha hecho es propio de un enano. ¿O es que padece usted de mal de altura?
No le entretengo más, seguro que tiene usted
asuntos personales que atender. Solo una última cosa: séale usted infiel a su
palabra, a sus socios, a sus promesas, a lo que usted quiera si ello le aporta
beneficio a usted y a su partido, pero nunca le sea infiel a España, no imite
usted a su compañero de partido de infausto recuerdo, ese que responde al nombre de Zapatero. Sería trágico
que lo hiciera.
Con mis mejores deseos en este día 7 de agosto de 2019, onomástica de San cayetano, patrón de mi pueblo y padre de la providencia.
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