martes, 2 de diciembre de 2025

SIEMPRE ESTAMOS ESPERANDO

 

   



   


   Si hay algún valor en la vida que merezca la pena ser conservado es la voluntad, sin ella el oficio de vivir se torna insufrible, pues somos presa fácil del desaliento y los sueños se desvanecen como un ocaso invernal.


   No importa el modo de conservarla, lo que importa es mantenerla pletórica, inasequible al desaliento, presta a superar las dificultades de la vida, pues la voluntad de ser es lo que nos salva de ser pasto de otras voluntades y nos rescata de la inercia de abandonarnos, dejadez que antes o después  pasa factura. No hablo de la tozudez o terquedad, me refiero a la voluntad de lograr aquello que nos propongamos sin que ningún obstáculo lo impida, y a esperar con paciencia a que nuestros sueños se cumplan   No hace falta ser un héroe para conseguirlo,  solo es necesario esforzarse y velar para que nadie robe tus sueños, algo que muy pocos entienden, y si no se encuentra el camino a seguir el más idóneo es elegir el de aquellos que han labrado en la senda de la superación su currículum vitae. No hacerlo, no emular su conducta, no aspirar a su paradigma, es abandonarse al dictado del infortunio que, antes o después, de una forma o de otra, lleva al suicidio, físico o espiritual, tanto da,  pues cuando se nos cierran todas las salidas y la voluntad de vivir huye de nosotros desesperamos de encontrar aquella que nos salve. 

 

    Suicidarse es una decisión deplorable que deja tras de sí un rastro de amargura, la propia del suicida antes de morir y la que origina su acto,  ejecutado por su cuenta porque “vivir no vale la pena”, sea cual sea la causa que lo ha llevado a pensar así, tal vez  arrastrado por un momento de intensa angustia que, una hora después, podría ver de otra manera. El suicida se erige en juez de su propia historia y desde ella acusa y se acusa,  juez  y parte de sí mismo a la hora de dictar sentencia sin que  testigos ni pruebas hagan cambiar su veredicto. Todo eso no le importa al suicida, lo que cuenta para  él es que ya no  encuentra acomodo en este mundo, no es feliz porque ha depositado su fe en serlo en un mundo que, ahora, le resulta hostil y no puede evitarlo. A partir de ahí percibe que tampoco puede hacer feliz a nadie. En este sentido es una rendición, una claudicación y, en tanto  que así, una traición a sí mismo y a los suyos. Sin embargo, él, o ella, piensa todo lo contrario.

   El suicidio tiene diversas causas tras de sí. La más amarga sería aquella que nos arrastra a tomar tan fatal decisión porque el mundo nos ha decepcionado, no ha respondido a nuestras expectativas, hemos sido generosos con él y como premio nos ha estafado, y ya no nos quedan fuerzas para asumir el engaño. Hemos descubierto con desolación que no podemos cambiarlo.  

   Otra causa, también amarga, pero consecuente, es aquella en la que hemos llegado a unos niveles de miseria moral y decadencia física que ya no podemos soportar mirarnos al espejo y vernos reflejados en él. No nos reconocemos, hemos dejado de ser nosotros y, en realidad, a quien matas suicidándote es a otra persona.  

   Aquella que nos lleva a tomar tan fatal decisión porque no hemos conseguido encontrarle un sentido a nuestra vida, o no hemos sabido encontrar nuestro lugar en ella, de manera que se nos antoja que toda lucha es inútil y todo esfuerzo estéril, y la muerte se nos presenta como una liberación, tiene como causa el desengaño, que te lleva al abandono de uno mismo, a rendirte, a abandonarte al sentimiento de que estas solo en la vida y nadie te comprende ni te ama. No encuentras eco en los demás a tus inquietudes.  De modo que el que su suicidio va precedido de su suicidio espiritual. Debe ser el momento más amargo y desolador al que puede enfrentarse un ser humano. 

  Pero que se suiciden unas niñas que apenas han empezado a vivir, su causa no está en ellas, está fuera de ellas, está en la sociedad, una sociedad cada vez más aislada de sí misma, ensimismada en su propio egoísmo, entregada a la tecnología para combatir la angustia que le produce su sentimiento de soledad, lo que la lleva a desentenderse de los problemas de su propio entorno. Es una sociedad en la que cada cual va a lo suyo, a procurarse su momento de felicidad pensado en el próximo, una sociedad que presencia indiferente como unas niñas acosan a otras niñas o a otros niños, sin percatarse de que los conduce a un suicidio indeseado. Y los políticos, en lugar de fomentar la comunicación y la empatía, levantan muros, desacreditan, difaman y/o cancelan a quien no sigue sus dictados o desatiende sus obligaciones.  Y piensan que con leyes que ellos mismos se inventan, arreglan el problema. Mientras que acogen entre sus filas la corrupción sin límites.


miércoles, 19 de noviembre de 2025

EL CAMINO Y LA VERDAD

 






Hoy quiero dejaros un cuento para el fin de semana, que hace frío y podréis leerlo al calor de una estufa, un radiador o una chimenea. Puede que os guste o puede que no, pero mi deseo es que os guste. Aquí lo tenéis:

EL CAMINO Y LA VERDAD
El hijo llegó y le preguntó a su padre:
--Papá, ¿la felicidad existe?
El padre dejó de hacer lo que estaba haciendo, miró a su vástago, catorce años de vida sobre sus aún frágiles hombros, y frunció el ceño. Conocía a su hijo, sabía que, pese a la escasa originalidad de la pregunta, pese a lo vulgar de su enunciado, no se iba a conformar con cualquier respuesta, no aceptaría un monosílabo o una evasiva, exigiría una respuesta adecuada a la importancia de su contenido, él era así porque él le había enseñado a ser así, a no conformarse con cualquier respuesta, pues las cosas, por livianas o superficiales que parezcan, tienen su propia esencia.
--Todo lo que se busca, si se busca con afán, se encuentra –respondió el progenitor.
El hijo no se conformó con la hábil respuesta de su padre.
--¿Aunque no exista? –matizó el muchacho.
--Es que si supiéramos que existe no tendría mayor mérito –especificó el progenitor su respuesta.
--Entiendo –concedió el hijo
--¿Entiendes? –preguntó poniendo en duda su afirmación- ¿Estás seguro?
--Sí –ratificó el chaval- entiendo que las cosas que merecen existir y las que merece la pena buscar son las que no existen.
--De matrícula, hijo –aprobó el papá complacido y orgulloso-, ahora aplícate el cuento.
--Pero papá –objetó el adolescente- ¿existe el camino para llegar a ella?
--No se sabe con certeza, unos dicen que sí, otros que no –aclaró sin aclarar nada-, pero por si esclarece algo tu pregunta te voy a contar un cuento, una leyenda que me contó a mí mi abuelo.
Y el probo papaíto del hijo preguntón comenzó a narrarle la siguiente historia:
--“Hace muchísimo tiempo había un rey que estaba empeñado en hacer feliz a sus súbditos, pues, inteligente él, se dijo que sí lograba que en su reino todos fueran felices él y toda su familia también lo serían, y su reinado perduraría en el tiempo por los siglos de los siglos. Para lograrlo publicó un bando real en el que ofrecía la mano de su bellísima hija la princesa a aquel que consiguiera encontrar el camino que llevara a la felicidad y, además, lo nombraría su primer ministro.
“Acudieron infinidad de príncipes, hombres de letras, sabios, filósofos, hombres de toda clase y condición, y cada uno de ellos le propuso un camino para conseguir la felicidad que tanto ansiaba para él y sus vasallos. El rey, después de escucharlos a todos, dictaminó que ninguno de los caminos propuestos conduciría a su reino a la felicidad, eran caminos que él ya había transitado. Alguno pretendió incluso establecer una Arcadia, mítico reino al que los poetas antiguos ensalzaron en sus églogas, pero el rey, que conocía la historia, no se dejó engatusar por esas leyendas de pastores y ninfas, producto de la fantasía de los hombres, que pierden su tiempo imaginando un mundo feliz en lugar de buscarlo. Él no quería que su pueblo fuera un pueblo de pastores, en él habría diversidad de profesiones y oficios, de razas y etnias, de creencias y opiniones.
“Pasaron los años y un buen día, cuando ya el rey desesperaba de encontrar ese camino a la felicidad, se personó en la corte un joven que dijo traer un mensaje para él. Sin mayores trabas lo llevaron ante su presencia escoltado por dos soldados. El joven no era gran cosa, no era feo, pero tampoco guapo, no era bajo, pero tampoco alto, no era ni rubio ni moreno y sus ojos no eran azules ni verdes, era un joven normal que vestía normal, y solo lo distinguía de otros su sonrisa, capaz por sí misma de transmitirse a los demás.
--Dígame, joven –solicitó el rey perentoriamente cuando estuvo frente a él sin dejar de sonreír- ¿sabe usted cuál es el camino que conduce a la felicidad?
--No –respondió con toda naturalidad.
--¿No? –se sorprendió el rey- Entonces ¿a qué ha venido usted aquí?
--Vengo a ayudarle a encontrar ese camino, pero no sé cuál es el camino –respondió el chico de forma tímida- ni siquiera sé si hay algo al final del camino.
--¿No le parece jovencillo que ignora usted demasiadas cosas para venir aquí presumiendo de que me va ayudar a encontrar un camino del que no sabe nada? –tronó el rey alterado con impecable lógica.
--Sí, majestad, tiene usted toda la razón –concedió el muchacho sin azorarse-, pero sé una cosa.
--¿Ah, sí? –se sorprendió el monarca- ¿Y puede saberse cuál es esa cosa?
--Que el camino a la felicidad no existe, si existiera ya lo habría encontrado alguien y lo habría ocultado como se oculta el más valioso de los tesoros –respondió el mozalbete dejando al rey con la boca abierta.
--¿Entonces? –inquirió tras reponerse demandado una aclaración.
--Pues que si convenimos en que no existe lo más inteligente es buscarlo –respondió el chaval con un aplomo que envaró al rey de nuevo.
--Joven –invoco con tono admonitorio- le advierto que si ha venido a burlarse…
--Majestad –interrumpió el mozo luciendo la mejor de sus sonrisas- nada más lejos de mi voluntad hacer algo de lo que me podría arrepentir.
--Pues si es como dice ya me dirá usted cómo se busca algo que no existe –exigió de forma un tanto acuciante el decepcionado soberano ante lo que estaba oyendo.
El joven, sin dejar de sonreír, miró fijamente al rey y al cabo habló.
--Si su majestad se enfrentara a un poderoso ejército enemigo y sus consejeros le dijeran que la batalla está perdida, que no hay forma de vencerlo, que lo mejor es rendirse para salvar vidas, ¿daría su majestad por bueno el consejo? ¿Se daría por vencido? ¿No lucharía usted pese a saber que no puede ganar? –propuso ahora el joven dejando al rey de nuevo sumido en sus pensamientos-, pues igual cabe hacer con la felicidad, sabemos que su existencia es dudosa, que no hay un camino para llegar a ella, pero hay que buscar ese camino aunque sepamos que no existe, pues si nos damos por vencidos de antemano no solo habremos perdido toda posibilidad de encontrarlo, sino que habremos perdido también el derecho a quejarnos por no ser felices.
El rey se sorprendió ante los inesperados razonamientos del joven, aun así quiso saber una cosa más.
--¿Y por qué he de hacerlo? –requirió muy serio ante la seguridad que estaba exhibiendo el mozalbete.
Esta vez el intrépido adolescente dejó de sonreír y respondió así:
--Porque cuando esté en su lecho de muerte no querrá arrepentirse de haber hecho lo que los demás esperaban que hiciera y no lo que su majestad quería hacer realmente –con una sencillez pasmosa en su exposición.
“Esta vez el rey hubo de admitir que su imberbe postulante había hablado y al hablar había dicho algo que nadie le había dicho, y desde su sabiduría juzgó que era verdad, una verdad capaz de hacer felices a sus súbditos. Y juzgándolo así le concedió la mano de su hija, la más bella del reino y sus contornos. Y dice la leyenda, y debe ser verdad, que fueron felices”.
Cuando el padre terminó el cuento, el hijo se lo quedó mirando esbozando una media sonrisa.
--Es decir –dijo al fin- que la felicidad consiste en tomar una decisión.
--Así es hijo –aprobó el padre- la decisión de buscar ese camino aunque todo nos diga que no hay camino.
--Entiendo –dijo el joven de nuevo.
Esta vez el padre no puso en duda que su hijo efectivamente entendía.
--Hijo –repuso el padre poniendo una mano en su hombro- tú sabrás ser feliz, tú sabrás encontrar la Arcadia, no la que cantaron los poetas de la antigüedad, sino la auténtica, la única posible, la tuya.
El hijo sonrió feliz y ya no hizo más preguntas.

lunes, 17 de noviembre de 2025

CÓMO ALIÑAR ACEITUNAS

 







   Me atrevo a traeros aquí la genial respuesta de una amiga, Alicia Santos, a quien le pedí que me diera una receta de aliño para aceitunas. Su receta es tan genial, abarca tantos aspectos culinarios, está descrita con tal maestría literaria, que merece ser conocida y valorada. Comprobadlo vosotros mismos.

  "Aliñar aceitunas, como se hace: 




Creemos que en esta vida todo debe de hacerse con un cronómetro en la mano y con un cuaderno que nos indique la fórmula exacta del éxito. Da la impresión de que queremos rentabilizarlo y asegurarlo todo, existe un miedo al fracaso (incluso cuando se aliñan aceitunas) que asusta, y tratamos de profesionalizar hasta los más pequeños acontecimientos de nuestra vida.
 No es que el proceso sea complicado ni laborioso, pero las dudas no dejan de aparecer y casi siempre suelen ser las mismas. Todas esas dudas aparecen porque la mentalidad moderna quiere programarlo todo con una exactitud que está fuera de toda lógica natural.

No nos está sentando nada de bien este mundo moderno que estamos inventando. Todo es más sencillo de lo que parece y con un poco de intuición se puede resolver cualquier problema cuando nos toca relacionarnos con el entorno natural.
Nuestro objetivo es aliñar aceitunas (u olivas) así que vamos a comenzar lavando las aceitunas que hemos comprado, o las que nos han dado o las que hemos recogido de nuestros olivos, para lo que aquí nos importa el origen de las aceitunas carece de importancia aunque si se las regalan eso que saldrá ganando.

Una vez lavadas vamos a tomar la primera gran decisión al respecto de las aceitunas. Puede dejarlas enteras, partirlas o macharlas.
¿Qué sistema es el mejor? Todos. La diferencia fundamental entre las enteras y las machadas es que las primeras se conservan durante más tiempo pero llegan a tener menos sabor mientras que las machacadas hay que consumirlas en menos tiempo y adquieren sabores con más intensidad. Las aceitunas rajadas se encontrarían en un término medio.

Para machacarlas puede utilizar una piedra más o menos grande, para machacarlas en grupos y no de una en una. No utilice un martillo porque si tiene muchas aceitunas el proceso será eterno. Procure no pasarse y romper el hueso, y tenga mucho cuidado de no mancharse porque al machacar las aceitunas saltará su jugo incluso a varios metros de distancia y esas manchas son difíciles de eliminar. Utilice plásticos para protegerse y póngase ropa que no le importe manchar.

Una vez machacadas debe de meter sus aceitunas en un envase, cuenco, orza, cubo, o lo que usted tenga (siempre que no sea metálico), con agua. Que las cubra por completo. Recuerde que el metal se lleva muy mal con las olivas sobre todo cuando ya están en salazón, y las reblandece.
El objetivo ahora es que ese sabor fuerte, amargo, que tienen las aceitunas se elimine. Pruebe una aceituna para comprobar lo que le digo. En ese estado no hay quien se las pueda comer. Se dará cuenta de que las aceitunas más maduras están menos amargas que las más verdes.

Durante varios días va tener que cambiar el agua de ese cacharro que ha utilizado. Si le cambia dos veces al día el agua conseguirá que sus aceitunas lleguen a estar “dulces” mucho antes. Las que antes perderán el amargor son las aceitunas machacadas y las que tardarán más en perderlo son las enteras.
Para saber si sus aceitunas han perdido su acidez o amargor no tiene que consultar al médico, ni tiene que comprar un reactivo que le informe sobre su acidez, ni tiene que consultar al oráculo de Delfos, todo es tan sencillo como dejar pasar unos días, tal vez una semana, y a partir de ahí comenzar a probar las aceitunas, en especial las más verdes y que han quedado más enteras (si son machacadas), para saber si ya han perdido el amargor.
Aquí le doy el consejo más importante y fundamental de todo el proceso que estamos tratando. Jamás aliñe las aceitunas cuando éstas conservan todavía el amargor porque entonces se está asegurando la mayor desilusión. A nadie le gustará comerse sus aceitunas porque estarán con un gusto amargo nada agradable. Las aceitunas aliñadas pueden estar más buenas, o menos buenas, dependiendo de los aliños pero las aceitunas que quedaron amargas, por precipitarse a la hora de aliñarlas, nadie querrá comérselas.

Cuando llega la hora de aliñar las aceitunas tenemos que preparar un recipiente adecuado. Puede ser el mismo que habíamos utilizado para que perdiesen su amargor sin embargo le aconsejo que sea más pequeño y que no sea sólo uno sino varios. ¿Para qué puede querer varios recipientes? Muy sencillo, para preparar diferentes aliños.
Las aceitunas van a estar en agua salada así que añadiremos sal al agua en una proporción razonable. El método del huevo le sacará de dudas. Simplemente ponga un huevo en el agua y añada poco a poco sal. Remueva para que se disuelva bien y siga añadiendo hasta que el huevo comience a flotar. No se preocupe si se da cuenta de que preparó demasiada agua salada, puede tirar la que le sobre sin temor a su ruina económica. La proporción final viene a estar en una salmuera de unos 70 a 90 gramos de sal por litro de agua.

Otro consejo muy importante en el proceso de aliñar aceitunas: no se quede corto en la sal añadida a las aceitunas porque entonces esas aceitunas se pondrán blandas en poco tiempo (supuesto de que aliñe para consumirlas en bastante tiempo). Tampoco tiene que añadir sal como si estuviese encurtiendo bacalao porque tampoco en este caso nadie querrá comérselas.
Una vez que tenga el agua salada, prepare los recipientes, (jamás metálicos como hemos dicho antes, pueden ser por ejemplo de cristal o las tradicionales tinajas u orzas de barro esmaltado), que desee utilizar para sus aliños y tenga también a mano todas las hierbas y demás productos que quiera utilizar para dar sabor a sus aceitunas. El sistema de aliñado sólo requiere saber que las aceitunas y el aliño hay que intercalarlo en capas, terminando siempre con una capa de aliño.

En el caso de ejemplo, prepare dos recipientes. La diferencia fundamental entre los dos es que uno lo prepare con limón y el otro sin limón. Yo no suelo utilizar nunca vinagre. Como ve dejo fuera un producto que suelen utilizar muchas personas. Pero como le decía antes cada cual hace con sus aceitunas lo que quiere, usted es el rey o la reina de su casa y si las aceitunas ya perdieron su amargor puede tener por seguro que estarán buenas independientemente de la manera que tenga de aliñarlas. Si tiene varios recipientes pequeños, para un kilo de olivas por ejemplo cada uno, puede hacer un montón de pruebas y encontrar el aliño que mas le guste para futuras veces.
No tenga temor a la hora de hacer pruebas con los aliños y esperamos un número de días mínimo a probarlas para que tomen los sabores del aliño, unos 7 u 8 días. Estarán en su punto perfecto a partir de 6 a 8 semanas.

En el caso que está sirviendo de ejemplo las aceitunas quedarán muy buenas. Las que no tienen ningún producto que acidifique el agua (ni limón ni vinagre) tal vez sean del gusto de menos personas pero a mí me gustan así, algo más suaves, apreciando mejor los aliños, en especial el hinojo. A esas aceitunas se les añade sólo unos trozos de la piel de un limón para darle un poco de color. Las otras que tienen limón (zumo y trozos de limón) son aceitunas con mayor viveza, más “frescas” en el paladar, más “alegres”.

Por si le interesa lo que yo suelo utilizar para aliñarlas es: tomillo, orégano, hinojo, ajos machacados, laurel, limón y guindillas. Se les pueden añadir muchas mas cosas, como granos de pimienta, pimentón dulce, ajedrea, lonchas de zanahoria, pedacitos de pimiento verde y rojo, pedacitos de coliflor, , etc..
Espero que sus aceitunas también queden buenas.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

UN POCO DE VERDAD

 






Os voy a hablar de literatura, sin extenderme en consideraciones  de más. 
  La literatura es esa actividad creativa que los científicos miran por encima del hombro porque para ellos la realidad son los números, que también tienen su poesía no lo voy a negar, en cambio, para el escritor la realidad está en las emociones. Fuera de ella solo hay números. 

   Decía Pessoa que "toda literatura consiste en un esfuerzo por tornar real a la vida". Y es verdad porque la vida nos oculta cosas que la literatura nos muestra. De donde se infiere que la literatura es más real que la vida misma. A través de ella el escritor se esfuerza por plasmar en su narración la verdad, esa verdad que forma parte de la realidad, pero que solo se acude a ella cuando interesa, y solo entonces. Porque ¿qué es la verdad? Se dice que  la verdad es aquello que coincide en todos sus extremos con la realidad. ¿Y qué es la realidad?  No podemos definirla en su totalidad. Lo que  nos llevaría a concluir que aquello que no es definido carece de existencia real. De manera que la vida , que sin duda es real, no sabemos lo que es, luego su realidad es dudosa.

   Y como la verdad y la vida son conceptos que, fuera del ámbito religioso, se prestan a equívocos, y que todo lo que hace o dice el hombre hay que ponerlo en cuarentena, hay que leer entre líneas. Y aquí es donde entra la literatura para poner las cosas en su sitio. La literatura y los niños, que ellos sí que dicen lo que sienten sin filtros de ninguna clase. No como los políticos, maestros en la perversión del lenguaje. Es muy complicado que un político utilice la verdad para gobernar. Ellos recurren al relato, y si a mitad de camino su relato no les sirve, crean otro sin que ello suponga para ellos mayor carga emocional. Están tan convencidos de que para lograr sus propósitos han de ocultar la verdad, que consideran que mentir es un arma necesaria, pues sin ella no podrían cumplir con su objetivo de gobernar para implantar sus postulados ideológicos que, como es sabido y notorio, son los más beneficiosos para la sociedad. Los demás son puro engaño. 

  Por tanto, si quieres saber de la vida, lee literatura, no creas en ningún político que te ofrezca el oro y el moro. El propósito del político es gobernar, y gobernar es esquivar la verdad para perpetuarse en el poder. Y si para ello es necesario faltar a a verdad, lo hace, y si es descubierto, desautoriza al osado, y si ha de conculcar las leyes, las conculca bajo la especie de que es legal. Y así hasta el infinito. Jamás admitirá que ha mentido aunque sea evidente. Jamás admitirá que es un corrupto, aunque sea público y notorio. 

Entonces ¿cómo se sirve el político de la verdad? Solo cuando es favorable a sus intereses. Esa es la verdad. 

  




sábado, 1 de noviembre de 2025

ANIVERSARIO. MAS DE UNO






 Acto emotivo el que tuvo lugar el día 29 de octubre en Valencia con motivo del primer Aniversario de la Dana. Yo no pude reprimir las lágrimas. Me fue imposible, pues por encima del significado de la ceremonia, la emoción podía verse en cada gesto, en cada palabra, en cada mirada. Ayer pudimos ver, mejor dicho, sentir el dolor de los familiares de las víctimas, vivirlo con ellas y experimentar su vacío ante su enorme pérdida, una pérdida que jamás podrá ser olvidada ni perdonada. ¿Cómo no pudo evitarse semejante tragedia? Yo estoy seguro de que pudo evitarse, o al menos, minimizar su impacto. Pero no se hizo, y no se hizo porque los políticos de uno y otro signo estaban a otra cosa, no estaban dónde debían estar ni hicieron lo que debían hacer. Es muy preocupante lo que está sucediendo en España desde que los políticos que nos gobierna emplean su tiempo y sus recursos en perpetuarse en el poder y desgastar al contrario, en lugar de emplearlos para desarrollar un proyecto ilusionante para España. La tragedia de la Dana fue posible porque ni unos ni otros hicieron lo que debían haber hecho porque la consideraron una oportunidad para desprestigiar al contrario. Esta fue la razón por la que se abstuvieron de actuar como la ocasión lo requería, propiciando así, por un mero cálculo partidista y electoral, la tragedia. Esta es la España que tenemos ahora, una España en la que nadie piensa, una España que, si nadie actúan rápido y le recuerda a los gobernantes su obligación de gobernar y gobernar bien, se convertirá en una república bananera al estilo caribeño. La sociedad civil debe salir a la calle y decir ¡basta!.

Ahora mismo, la institución que ha sabido estar a la altura, ha sido la monarquía. La presencia de los Reyes en la ceremonia, que expresaron con palabras y gestos su dolor llevando consuelo a las víctimas, representan el dolor de España y la decepción por sus gobernantes. Sobre todo cuando el rey pidió que se estudie con rigor lo que había pasado para que no se vuelva a repetir.
Por lo demás, la ceremonia estaba preparada para que los insultos que se escucharon solo fueran para uno de los responsables, Y aquí hay más de uno.

lunes, 27 de octubre de 2025

CANTO

 

CANTO

 

 

 

 

    Me uno a los que hacen de la promesa virtud para ganarse el cielo de sus sueños, esté donde esté, siempre que el odio, en cualquiera de sus variedades y/o presentaciones, no figure entre las pócimas y ambrosías existentes en sus vitrinas celestiales, condición sin la cual no firmo ni mi salvación. No es presumible que el odio traspase las puertas del cielo, pero tampoco es descartable, dada su capacidad de disfrazarse de ciudadano ejemplar.

   Y si por un casual de los que excepcionalmente se dan en los ámbitos literarios detecto, husmeo, diviso o adivino su presencia fatal, me reservo la facultad de devolverlo a las cavernas de Pedro Botero con vuestra ayuda, consensuando un conjuro ad hoc, previo paso por la sección de reciclaje y esterilización para conjurar peligros futuros.

   Dicho lo cual, y a expensas de fijar la fecha de la solemne ceremonia en la que nos veamos las caras e intercambiemos documentos para evitar falsas identidades, a la que espero asistan compromisarios y compromisarias, fans, seguidores y seguidoras de este foro, invitados, curiosos y demás personal, advierto: el/la que confraternice con los fanáticos o sectarios de cualquier religión, ideología, corriente ideológica,  tendencia supremacista, racista, segregacionista o discriminatoria o futbolística,  contraerá el síndrome de Koro,  y toda su vida tendrá la sensación de merma intelectual y retracción genital.

 

   Y hasta aquí.

  Sirva este breve canto a la amistad de presentación para una nueva etapa, que presumo fructífera.    

miércoles, 3 de julio de 2024

EL SENTIDO DE LA VIDA





La vida no tiene sentido. Es lo que hemos escuchado de filósofos y eruditos de un tiempo a esta parte. Y nosotros, que sospechamos que es verdad, nos lo hemos creído. Porque mientras no se demuestre lo contrario parece ser que que la vida solo tiene el sentido que uno le dé a la propia. Pero la vida en sí ¿qué sentido tiene?

Sin embargo, a mí me gustaría saber quién fue el primer homo sapiens que formuló tan atinada proposición. Imagino que algún filósofo griego de aquellos que enseñaron a pensar. Mayormente para felicitarlo, pues abrió el camino al encuentro del hombre consigo mismo. Que es lo mismo que decir que el sentido de la vida es buscar. Buscarse a uno mismo como forma de comprenderte y comprender al mundo.

No obstante, no deja de ser paradójico que, a lo largo de la vida, nos pasen cosas que están conectadas con otras que nos pasaron antes sin que nosotros pusiéramos ni quitáramos nada para que pasaran o dejaran de pasar. Cosas que no habrían pasado de no haber tenido lugar aquellas que pasaron. Lo cual parece darle la razón a quienes aseguran que nada de lo que ocurre ocurre por casualidad. O a aquellos que afirman que nuestro destino está marcado ya desde el momento en que nacemos.
Así que esto del "sentido de la vida" no parece que sea algo absoluto. Parece más bien una verdad más de las que entran en contradicción consigo misma. Pero el meollo de la cuestión de lo que pasa es que aún no hemos desentrañado el asunto que nos ocupa. Seguimos sin saber si la vida tiene sentido o no tiene ningún sentido a pesar de que parece tenerlo. O no tiene ningún sentido decir que la vida no tiene sentido. En definitiva, que no sabemos aún lo que es la vida. Y eso sí debería preocuparnos. Porque decir que es un proceso continuo de cambio y evolución es como decir que el universo se está expandiendo, pero no sabemos lo que es el universo.