sábado, 2 de noviembre de 2019

IDEAS Y HECHOS






Hay algo que quiero dejar claro respecto a mí.

Muchos de los amigos con los que yo me relacionaba han dejado de frecuentarme porque, llegado el momento, no hemos coincidido en el debate de las ideas. Y ya ni me saludan. Esto es triste porque a todos ellos les tenía un afecto especial que, por la falta de relación entre nosotros, se ha ido enfriando. Detrás de esta lamentable situación está la ideología, que separa a hermanos, separa a familias, separa a amigos y, en definitiva, divide a la sociedad en buenos y malos. Esta realidad, este aspecto indeseable que apareja abrazar una ideología es la que yo no puedo compartir. Para mí no importa lo que pensemos o lo que creamos,lo que verdaderamente importa es lo que hagamos, esto es lo que nos define, nuestros hechos, no nuestras ideas.
La ideología,para aquellos que no lo tengan claro, es un conjunto de doctrinas más o menos ajustadas a una realidad que adolecen de un grave defecto: son erróneas, y se ponen al servicio de los intereses de una clase contra otra. Es decir, que el interés central de una ideología es identificar contra quién se va a utilizar, identificar al enemigo, en una palabra, para una vez identificado atacarle por todos los flancos para vencerlo y destruirlo. Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, el marxismo en aquellos países en los que se ha impuesto y lo que sigue haciendo ahora de manera sistemática. Y lo que hizo el nazismo hasta que fue derrotado. Pero los marxistas no se avergüenzan de ello, los seguidores de esta para mí errónea ideología, como ha demostrado la realidad, no solo no se avergüenzan sino que se jactan de odiar y desear la destrucción de la ideología que se opone a la suya. Que es lo que hacen todas las ideologías extremistas con resultados catastróficos.
Queda demostrado,pues, que la ideología margina a la razón, la nubla, ya no se trata de combatir a la ideología enemiga porque sea injusta, se trata de seguir combatiéndola como coartada para participar en el reparto del pastel político, y si se presenta la ocasión, apoderare de él por completo y solo ellos participen de él. Estos son los hechos,que son los que verdaderamente importan.
Yo no puedo entrar en este juego que, en esencia, es perverso. Para mí lo que importa es que todos, independientemente de lo que pensemos o creamos, tengamos una idea clara que nos una a todos: la idea de que todos navegamos en el mismo barco, y que si dejamos que se hunda por el odio que una ideología le profesa a la otra, nos hundimos todos. Fue el odio el que provocó nuestra última Guerra Civil que tanto daño nos ha hecho a todos y nos sigue dañando porque ese odio sigue ahí larvado, se manifiesta de manera clara en lo que hacen y dicen unos y otros: la Ley de Memoria Histórica es un vivo ejemplo de ello, que se este cuestionando la Transición Española, que es la mayor aportación histórica que ha hecho la clase política española por la reconciliación y que tan positiva ha resultado para España, es otra buena prueba de lo que digo.
Por tanto, reniego de cualquier ideología concebida para enfrentar a media España contra la otra media. En España cabemos todos, y si aquellos que, animados por el odio que atesoran no respetan nada, ni siquiera su unidad, no son patriotas, no son buenas personas, tengo que decirlo así porque para mí una persona que odia a otras no es buena persona. Pero es que, además, el odio es irracional y cuando la razón desaparece de la conciencia para actuar conforme a las doctrinas ideológicas, la tragedia, antes o después, está servida.
Ya lo sabéis. Aquellos amigos y amigas que se han alejado de mí porque su pensar no coincide con el mío, les reprocho que le concedan más importancia a una ideología que a la amistad. Yo no valoro a las personas por la ideología que profesen, las valoro por sus hechos.

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