viernes, 25 de octubre de 2019

LA INHUMACIÓN





Hubo un momento en que creí, ingenuo de mí, que la Transición Política a la Democracia había conseguido hermanar a esas dos Españas que se enfrentaron el el 36, y que a partir de ahí nos uniría a todos  la gran misión de trabajar por el progreso de esta gran nación que es España.

    Quienes redactaron la Constitución del 78 y los que hicieron posible la Transición política fueron los que militaban en bandos distintos en aquella época oscura y ominosa de nuestra Historia, o sus descendentes directos. Y hoy, los hijos y nietos de aquellos héroes, que fueron capaces de enterrar un pasado que nos dividía y enfrentaba, lo han desenterrado, han vuelto a desenterrar a las dos Españas. Por lo visto no heredaron el espíritu de concordia de sus padres y abuelos, heredaron las ansias de revancha y el odio que colonizó a aquella República, que ni supo evitar la guerra ni supo ganarla.

Ya véis, algo hemos hecho mal. Porque si la inhumación de Franco, enmarcada en la Ley de Memoria Histórica, se hubiera hecho como terapìa social,como un paso necesario para superar nuestro pasado y centrarnos en el futuro, yo la saludaría con esperanza, pero algo se ha vuelto a hacer mal porque parte de la sociedad la ha percibido como un acto de interés político más que social, y la otra como un acto de propaganda que, además, llega tarde.

Seguimos haciendo mal las cosas, ajustar cuentas con el pasado requiere altura de miras y madera de hombres de Estado. Yo no veo ninguna de esas dos cosas por ninguna parte. Mala cosa.

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