sábado, 4 de mayo de 2013

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER (y IV)





   -“¿Quieres decir que Dios hace “tonterías”?” –Puede preguntar alguien-  No, Dios lo que hizo fue crear al hombre. “Pero el hombre hace tonterías”. Claro, porque Dios comprendió que es preferible que el hombre haga tonterías a imponerle una conducta. “¿Como por ejemplo comerciar con la propia idea de Dios?” –podéis preguntar. Por ejemplo, ¿o acaso Dios iba a salvarse de las consecuencias de su propia creación?  Él creó la vida, lo más serio del Universo, pero vivir, esa tontería, ese milagro, depende de nosotros. Vive y deja vivir, vino a decirnos Dios, pero el mal se encarga de ponernos las cosas difíciles porque va con nosotros. Vivir puede engrandecer la vida o falsearla, vivir de verdad, entregarse a la ilusión de que cualquier sueño es posible si tenemos fe en conseguirlo es enaltecer la vida. Hay un pasaje bíblico (Marcos 5,21-43) conmovedor que narra como desde la fe, admitiendo la propia humildad, uno puede salvarse del mal. Se trata de una mujer enferma que está segura de que si logra tocar el manto de Jesús sanará. Así ocurre, logra tocarlo y sana, pero Jesús –y esto es lo extraordinario- rodeado de una multitud le pregunta a sus apóstoles “¿quién me ha tocado?” Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?" Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Es decir, que la fe no sólo cura del mal ¡sino que conmueve al mismo Dios! De esta entrega para vencer el mal surge el milagro. Cuando uno se olvida de sus limitaciones y sus faltas, una “tontería”, y tiene fe en conseguir su sueño, se produce el milagro. Es decir, de la tontería de olvidarse de uno mismo surge el milagro, el mismo hecho de olvidarse de uno mismo es ya un milagro. “Pero si olvidarse de uno mismo es una “tontería” que lleva al milagro ¿a qué lleva  pensar en uno mismo?  –podéis seguir preguntanado-. Al egoísmo y a la mentira, a creernos superiores a otros hombres, a sostener que  nuestra moral es superior a la de los otros y mentir para imponerla, creer que somos  portadores de la verdad eterna y matar a quien no crea  en ella, ampararse en una supuesta identidad propia y hacer de ello un arma de separación que ampara el odio, caer en las garras de la mentira y creer que somos veraces en definitiva. Estas cosas y otras similares son las que entretienen al hombre que busca la felicidad engañándose a sí mismo y engañando a los demás, hasta que todo se derrumbe por efecto del propio peso de la equivocación. Por eso necesitamos gente que sueñe con cosas que nunca existieron, las que tenemos hoy día no nos valen para vivir. 

   ¿Qué es una catedral?  Un monumento del hombre que creía que sin Dios no era nada, pero su propia obra lo desmiente: un milagro, pues, ¿de dónde surgen las catedrales?  “¿Quieres significar con ello que Dios hace milagros cuando se olvida de que es Dios?” –Seguro que os preguntáis-.  ¿Acaso su Hijo no los hizo? Si el hombre hace milagros cuando admite su humildad imagínate Dios. “Pero eso no puede ser, el hombre  puede olvidarse de sí mismo porque es muy poca cosa, mas ¿cómo se va  olvidar Dios de quién es?” Precisamente por eso es tan difícil que el hombre se olvide de quien es, porque es muy poca cosa y tiene miedo. En cambio Dios sí porque es grande y sueña.  Repara en la diferencia: cuando Dios se hace hombre, le trae al hombre esperanza en medio del sufrimiento; cuando el hombre se cree Dios, trae la barbarie y más sufrimiento. Cuando el hombre se toma en serio la idea de Dios piensa que es portavoz de su voluntad y mata al infiel. Sólo con creerse superior a otros hombres, el sumun de la necedad, siembra la semilla de la división, la destrucción y del odio  allá donde pisa, pero cuando se ve tal y como es comprende que su curación no depende de su orgullo sino de su fe, no ve en el otro al enemigo sino al aliado. Por lo tanto es lógico y normal que esperemos que surja algún milagro del milagro de vivir.  

   Pero los pueblos olvidados lo tienen  difícil, en ellos los sueños se convierten con facilidad en pesadillas porque todos recelan de todos y todos piensan en sí mismos, y si alguien tiene un sueño se lo roban.  Los pueblos olvidados  esperan un milagro sobrenatural y confían más en una sotana que en un agricultor,  aquel les habla de salvación por medio  de la abstención, éste les insta al esfuerzo por medio de la acción, aquel les promete un Paraíso en el que ni siquiera él cree, este sólo  les promete el fruto de su propio esfuerzo, aquel apela a su fe en Dios, este a su fe en sí mismos y en la razón. Dios no es más que una idea, una idea más del hombre que utiliza como más le conviene, pero es una idea muy potente que  puede hacer milagros o barbaridades.  


   Prever es un milagro, sobre todo cuando, como en el caso del hombre, le enseñaron que prever era pensar mal de los demás: piensa mal y acertarás, máxima que ha contribuido de manera decisiva a la selección natural de la especie y a su infelicidad. Lo educaron en la resignación, en la obediencia, en la inseguridad, en el miedo, en la falta de autoestima…, de manera que para una vez que le dieron poder para  vencer a sus rivales se dejó derrotar por ellos. Permitió que la impostura saliese victoriosa con su pretendida bondad disponiendo de poder para haberla derrotado.   He aquí lo que puede cambiar al hombre y evitarle sufrimiento: la educación, lo sabemos, pero todavía no lo hemos aprendido. 


1 comentario:

  1. Lo primero que voy a hacer es enlazarlo a mi blog... Ya luego lo leo todo con tranquilidad :)

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