miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL PASO DEL TIEMPO











   A veces uno percibe la inefable inquietud del paso del tiempo como una herida, con dolor y tristeza. Es una inquietud que te advierte, no tanto de lo que has perdido, como lo que no has sabido ganar,  etérea, inconcreta, como cuando crees que has olvidado algo que debías hacer y no sabes qué. 

  O de pérdida, no de lo que sabes que has perdido, sino de aquello indefinible que no nos muestra su cara, como si de pronto te asaltara  la sensación de que has  dejado atrás algo importante que deberías haber tenido en cuenta, o que deberías haber hecho, algo que tal vez podría haber dado un vuelco a tu vida si lo hubieras pensado mejor.  Cosas que viviste en su momento, o te dijeron, o supiste y no les prestaste la atención debida. Y que de habérsela prestado tal vez las cosas hubieran sido de otra manera. Solo sabes que, sea lo que sea, lo sepas o no, ya es irremediable. 

   Tal vez se deba a las fechas que se acercan, que tienen la virtud de retrotraerte al pasado y recordar todo lo que, con el paso de la vida, has perdido o no has sabido ganar por falta de valor o de iniciativa. O por tener la mente en otro sitio, o por desconfianza en ti o en los demás. 

Seguramente sea bueno recordarlo porque cuando todo lo que has perdido ya es pasado, al menos constatas que te queda el futuro para poder recuperarlo. Y si ya es irrecuperable,  proponerte ganar otras cosas que llenen el vacío de las que perdiste. Resignarte, aceptar tu suerte sin más, no es lo que tú esperabas de ti ni lo que esperaban los que confiaban en ti.  


   Es como el que lleva años tratando de dejar de fumar. Si por fin lo deja el dinero gastado no lo va a recuperar, pero podrá recuperar dos cosas: su salud y el dinero que a partir de ese día no se va gastar. 

   Que tengáis una Feliz Navidad. 




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