martes, 5 de diciembre de 2017

LIMPIAR







   Esta sociedad no acaba de darle a la educación la importancia que tiene en relación con la trascendencia de su buena aplicación. A mí se me ponen los pelos de punta de solo pensar en lo que nos estamos jugando de cara al futuro, futuro que está en manos de los jóvenes de hoy, de cuya educación va a depender lo que seamos o no seamos mañana, de lo que la humanidad sea o deje de ser, que si no es mejor que la actual hemos fracasado en toda regla, algo que no nos podemos permitir. Hasta que no cale en nosotros la idea de que de lo que hoy les enseñemos a nuestros hijos va a depender lo que seamos mañana la educación no será lo que debiera ser.  

   La educación es una de esas experiencias vitales que debiera estar presente en todas las facetas de la vida, que no solo debe estar dirigida a la obtención de conocimientos materiales, sino sobre todo al enriquecimiento en valores que nos permitan convivir desde la libertad y el respeto a los demás. De ahí la perversidad del adoctrinamiento, pues no tiene en cuenta el concepto fundamental de convivir y respetar. 

   Hay un concepto que conocemos todos que es el de «limpiar», que evidentemente se opone al de «ensuciar». Bueno, pues si les enseñáramos a nuestros niños que limpiar es una de esas tareas fundamentales de la vida de la que no podemos sustraernos, so pena que la mierda nos invada y nos esclavice, habremos dado el primer paso en el buen camino para una humanidad mejor.

  Sí, limpiar es básico para poder vivir, pero entendámonos, carecería de valor que limpiáramos  nuestra casa por fuera si no la limpiamos también por dentro, si al mismo tiempo que limpiamos nuestro cuerpo no limpiamos también nuestra mente, nuestra alma,  y la liberamos de adherencias indeseables.

  Una de las cosas que a mí particularmente más daño me hizo fue que me ocultaran aspectos básicos de la vida en mi niñez y en mi adolescencia, esos  que uno debe conocer para poder situarse y tomar partido y tener criterio para no ir por la vida dando bandazos. Porque crecer creyendo que hay buenos y malos, que los buenos son los tuyos, los de tu casa, tu calle, tu barrio, tu pueblo, tu ciudad, tu región, tu nación…, y que los demás son los malos es ensuciar el alma,  y una vez que se ensucia limpiarla cuesta, ya lo creo que cuesta. Porque al cabo, cuando creces, no solo en edad,  accedes a la verdad de las cosas y pierdes la inocencia, y aquellos que te dijeron que eran malos resulta que no lo eran, solo eran diferentes, y los que eran buenos, pues resulta que no eran tan buenos, no eran ni mejor ni peor que los demás, pero el trauma que te han creado quienes te educaron se queda, y si no quieres dejar de crecer  estás obligado a superarlo, es decir, a limpiarlo, pues al fin y al cabo crecer es eso, superar traumas, limpiar tu mente de escoria, pues los traumas generan odio, rencores, resentimientos, envidias, prejuicios… Y si no crecemos no solo comprometemos nuestro futuro, comprometemos el de la humanidad. 

   Entonces, si estamos de acuerdo en que la tarea del ser humano es limpiar ¿por qué se permite que haya quien educa ensuciando? ¿Por qué no se ponen de acuerdo todas las fuerzas y la comunidad educativa para arbitrar un sistema educativo que tenga como objetivo una educación libre de intoxicaciones ideológicas con la vista puesta en la consecución de una humanidad más justa, libre y limpia y creativa? ¿Y por qué no se ponen a disposición de esa idea todos los recursos necesarios para conseguirlo?


  Desde luego si otra humanidad es posible tiene que partir de esta premisa. 

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