sábado, 7 de septiembre de 2013

EL VACÍO DE LA RUTINA




 He regresado de las vacaciones veraniegas, unas vacaciones en las que ha habido de todo, bueno y malo, pero en general han sido positivas. Durante ellas he conseguido lo que me propongo cada año: ver o ir a algún  sitio nuevo en que nunca haya estado antes. A mí me funciona, pues si cada año vas al mismo sitio puede que consigas pasarlo bien, pero sientes que falta algo, es el vacío de la rutina. Y convertir las vacaciones en rutina es una forma de arruinarlas.

  En realidad la rutina es para la vida, esa vida que nos depara estabilidad y equilibrio, pero no para las vacaciones, que son precisamente  para evadirnos de ella.  Así que combinar mar y montaña, ocio y cultura, diversión y ratos con los amigos, encaramarte en una higuera y hartarte de higos, zambullirte en el mar a las nueve de la mañana, coger la bicicleta y hacerte cincuenta kilómetros al caer la tarde, sentarte en una terraza con los amigos para degustar unas buenas tapas y un rato de conversación, admirar el paisaje, el humano y el físico, buscar setas y cocinarlas tú mismo, recolecrar cherrys en un invernadero y hacerte una pipirrana con ellos, caminar diez kilómetros al salir el sol, sentarte en la puerta de tu casa al atardecer... Todo esto, y mucho más, es combatir el vacío de la rutina.

   Y no es nada del otro mundo.

   En fin, ya estoy de nuevo por aquí. Sirva esta pequeña entrada para saludaros y desearos que vosotr@s, también, hayáis podido llenar el vacío de la rutina.

   Saludos.

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