lunes, 22 de agosto de 2016

YO MISMAMENTE (VII)





   La parte de vuestro mundo más avanzado, en el que predominan las libertades formales y el imperio de la ley, tampoco escapa a este pronóstico. Si antes el poder se adquiría por la gracia de Dios, una mentira, en la democracia se adquiere  por votación, "a través de la voluntad libremente expresada de los ciudadanos", otra mentira, pues los ciudadanos  están, unos determinados, otros manipulados, y otros votarán a quien sepa mentir mejor, todos saben que os valéis de  vuestras técnicas de manipulación para que os voten, y luego, cuando llegáis al poder, aplicáis una política sectaria que favorece vuestros intereses ideológicos, no el interés general.   

    Una palabra que empleáis mucho es la de seguridad. ¡Seguridad! vuestros ciudadanos tienden a darle el poder quien les garantice una  mayor seguridad, pues  de alguna manera la ciudadanía intuye que todo es mentira y que lo que realmente importa es que puedan dormir tranquilos en sus casas.  Es decir, volvemos a Hobbes. No es que ahora el poder lo ejerza  un rey absoluto,  un dictador, o un tirano, pero de alguna manera lo es quien es elegido para gobernar  porque los demócratas también mienten, también se corrompen, cometen injusticias…, se ven sometidos a las directrices ideológicas de su partido,  a las presiones de los poderes fácticos y a la necesidad de mantenerse en el poder sin perder de vista el interés general, que esta es otra, pues cada partido lo interpreta a su manera, de manera tal que ese interés sólo es interés partidista, pero como lo interpretan los dirigentes del partido en cuestión es «interés general», pues solo el partido  sabe interpretar mejor que ningún otro la voluntad de los ciudadanos, incluso de los que no lo han votado, por eso los de izquierdas dicen que los que votan a los partidos de derechas son tontos, y los de derechas dicen que los que votan a los partidos de izquierdas son ignorantes, y así, no es exagerado decir, como decís vosotros, “unos por otros la casa sin barrer”. 

   La realidad es que digáis lo que digáis y hagáis lo que hagáis, todo, todo, va dirigido a desprestigiar al contrario y manteneros el mayor tiempo posible en el poder, aunque ello perjudique gravemente a la nación. Esta política es la que os ha llevado a la división y al odio y a la corrupción, lo que ha propiciado la aparición de los populismos que,  pretendiendo combatir la injusticia,  cometen la estupidez de asegurar que la única forma de restablecerla es destruir el sistema que lo hace posible, no han encontrado mejor manera de restablecer los valores con los que se identifica la mayoría social que a través de la injusticia de destruirlo todo y empezar  de cero, como si  fueran hombres hechos con otro molde inmunes a la mentira, a la estupidez y a la corrupción y por tanto, paladines de la justicia. La verdad es que vuestro sistema  tiene vías de agua más que preocupantes que amenazan con hundir el barco si no las taponáis, pero si la solución que dan los populismos  es hundir el barco y construir otro nuevo, pronto tendréis el mismo problema, o peor, así  que el Señor os coja confesados. 

   A ver si lo entendéis, vuestro problema no es que no sepáis cuál es la verdad de este cuento, el cuento que os entretiene, os trae y os lleva, os ocupa y preocupa, os enfrenta y os une, es la estupidez, no busquéis la verdad en ningún partido, en ninguna ideología, en ninguna religión,  y tan estúpido es un burgués como un proletario, tal estúpido un liberal como un extremista, tan estúpido un demócrata como un populista, pues vais cada cual a lo vuestro y lo que pretendéis es poder para implantar los postulados de vuestra ideología, pero ocultáis que ninguna ideología garantiza la justicia, ni la igualdad, ni la libertad,  ni la seguridad. ¿Cómo va a garantizar todo eso una ideología si por definición es parcial, sectaria y excluyente?  Y no es suficiente que sostengáis que una ideología de izquierdas es más justa que una de derechas, pues que sea mejor o peor no soluciona ningún problema, es más, lo agrava, pues os desune aún más, de tal modo que cuando está en juego el interés general, no solo no os ponéis de acuerdo para garantizarlo, sino que os echáis la culpa unos a otros de que se haya llegado a esa situación, nadie asume su responsabilidad. Sois patéticos. Necesitáis urgentemente encontrar el concepto clave que os permita resolver el problema que os aqueja, al modo en que Platón  resolvió el de su época con el mundo de las Ideas.  Pero me temo que no lo vais a conseguir porque aquí, en la Tierra, todos tenéis razón y nadie admite no tenerla, así que tenéis un camino largo por recorrer. Tal vez si supierais lo que es la vida..., pero tampoco lo sabéis. 

   El gran logro de vuestra democracia ha sido generalizar los impuestos, arbitrar un sistema tributario que persigue distribuir mejor la riqueza y crear bienestar material al ciudadano por medio de inversiones en bienes,  servicios e infraestructuras. Y eso está bien a pesar de que se ha hecho a costa de ser cada vez más dependientes del poder,  pues ahora el Estado se ha dado por aludido y se arroga la misión de cuidar de vosotros, de encargarse de vuestra “procura existencial”, lo cual a primera vista está muy bien, pero os resta libertad, iniciativa y creatividad al depender cada vez más de él, de manera que individualmente cada vez contáis menos y el Estado cada vez está en más sitios ocupando parcelas de libertad que deberían ser vuestras,  así que de cualquier forma no podéis escapar a vuestro destino porque está marcado por la mentira. Dicho de otro modo: vuestros más altos ideales al final  los engulle la mentira.  Con vuestro estado social puede que hayáis resuelto algunas situaciones de injusticia, pero habéis creado otras y habéis alimentado el abstencionismo y el fraude. En resumen, presumís de ser libres, pero no lo sois en absoluto. 


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